Quizá ustedes ya conozcan el test del pato, pero se lo cuento por si acaso. Se trata de un axioma deductivo que se resume en que “si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato”. Siguiendo ese razonamiento, si uno escucha al alcalde de Alcorcón llamando algunas feministas “frustradas, amargadas, rabiosas y fracasadas como personas”, uno tendría la tendencia de pensar que es un machista.

Su explicación de que el vídeo es “un montaje”, cuando en estos tiempos que corren su visualización está al alcance de cualquiera, es de primero de manipulación política. Al igual que recurrir al tengo a muchas mujeres trabajando para mí, que es la versión macho alfa del “tengo amigos negros”. Pero, aun así, con estas excusas puede haber engañado a algunos por mucho tiempo, o todos por poco tiempo.

Sucede, sin embargo, que a este pato le tenemos bastante fichado. Tanto a nivel personal, como nacido y criado en Alcorcón, como a nivel profesional. Cuando David Pérez sólo era un retoño que bailaba el agua a Esperanza Aguirre, no fueron pocas las noticias que nos brindó su genial blog. Esta bitácora, además de por su carácter fanfarrón y provocador, era famosa por su extendido archivo de murales comunistas de la China de Mao, que siempre conseguía encajar en cualquier referencia al Gobierno de Zapatero.

Sucede también que su trayectoria lleva a pensar que es un pato o, en este caso, un personaje de ideas radicales y casposas en las que bien encajaría el machismo. En Alcorcón ha instaurado un acto anual de jura de bandera para los vecinos que lo deseen, en su día adjudicó a la Virgen del Remolino el mérito de haber apagado un incendio, y durante una manifestación en su contra del Ateneo Popular de Alcorcón se alegró de que lloviera con este mensaje: “Qué bien les va a venir esta lluvia a algunos que yo me sé, que será la única forma de que vean el agua...”.

Muchos de estos mensajes y provocaciones son el pan nuestro de cada día en su cuenta de Twitter, aunque no mucha gente podrá comprobarlo, al menos en Alcorcón. Porque me tiene bloqueado a mí, a mi hermano, al 80% de mi familia, al periódico en el que trabajo y a todo aquel vecino que en alguna ocasión haya osado quejarse de algún asunto municipal. Esa debe ser la cercanía al ciudadano de la que tanto presume.

Su discurso machista debería ser la gota que colmase el vaso y que llevase a la oposición a pactar una moción de censura que preparase a Pérez las maletas para volver a su Alcobendas natal. Posibilidades hay, porque gobierna en minoría, pero todo depende de Ciudadanos. Por lo que sería más realista pedirle la dimisión del alcalde a los Reyes Magos que al partido de Albert Rivera. Veremos a la vuelta de Navidades…