En Cataluña, la mayor parte del independentismo no es violento. Defiende su modelo territorial en paz y no renuncia a unos ideales que difícilmente alcanzarán algún día. En algunos casos se les va la cabeza lamentablemente. Ocurre cuando se suman a sus manifestaciones profesionales de la violencia, jóvenes irritados y expertos en guerrilla urbana, que son los que encienden las mechas. Los que no se adhieren a esa violencia desisten. Renuncian a cualquier protagonismo, pero la lectura interesada ya está servida: la parte por el todo, deslegitimando así al movimiento independentista al completo.

Éste no logrará despegarse de esa imagen si insiste en una condena tibia de los acontecimientos. Una condena sin ambages. Si ha habido excesos policiales o no, tiene que ser tratado –claro que sí- en otros ámbitos y no puede ser utilizado como justificación. El número de policías y manifestantes heridos es similar, y eso es una muestra de cómo se han desarrollado los acontecimientos la semana pasada. Nada que ver con la violencia del 1-0 de 2017.

En todo caso, la presión pacífica de los independentistas volvió a aflorar ayer en el Parlament. Se proponen, de nuevo, plantar cara al Tribunal Constitucional al admitir a trámite una propuesta de resolución en la que se reitera la censura a la monarquía, la defensa del derecho a la autodeterminación y la soberanía del pueblo de Cataluña para decidir su futuro. Algo que el Constitucional reprobó recientemente con la advertencia añadida de que no volviera a repetirse. Esquerra Republicana, Junts per Catalunya y la CUP alegaron que la cámara legislativa catalana ha aprobado decenas de resoluciones sobre el derecho a la autodeterminación y nunca habían sido censuradas.

Más allá de esas fintas parlamentarias, la Moncloa sigue resistiéndose a las presiones que le llegan: desde la proclamación del estado de excepción hasta la suspensión de la autonomía. Lo cierto es que la situación en las calles se está reconduciendo, sin tener que lamentar por ahora nuevas víctimas. En las últimas horas, el acento estuvo puesto en si Pedro Sánchez llevó más o menos seguridad en su visita a Barcelona. Basta con ver la portada de algún diario: “Sánchez descubre la insurrección”.

Se pide responsabilidad a los manifestantes independentistas, pero también a los medios, que no deberían contribuir a tensionar las calles a su manera.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com

@enricsopena