Bueno, bueno. Resulta que la condesa consorte de Bornos y Grande de España, Esperanza Aguirre, está en el punto de mira de la Fiscalía Anticorrupción por el papel que acaso jugó en la financiación de la caja B del PP, en las campañas electorales de su partido en Madrid. Unas campañas que le dieron reiteradas victorias a su persona. Lo que ha solicitado el Ministerio Público al juez Manuel García Castellón de la Audiencia Nacional, es que investigue a las expresidentas de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, en el macrosumario del caso Púnica. Es en la pieza que aborda la supuesta financiación ilegal entre los años 2003 y 2011 del PP madrileño que ella presidió del 2004 al 2016.
Así, las campañas autonómicas de 2003, 2007 y 2011 supusieron para Aguirre otras tantas mayorías absolutas tras desbancar al PSOE en 2003 gracias a que dos diputados socialistas (Tamayo y Sáez) no votaron a su partido, impidiendo la investidura del candidato del PSOE. Fue el PP el que formó gobierno en la Comunidad de Madrid. Aquel escándalo, conocido como el tamayazo, nunca se aclaró.
La buena racha en las urnas se interrumpió para Esperanza Aguirre en 2015 cuando no consiguió apoyos suficientes para ser alcaldesa de Madrid. Para entonces la investigación ya había señalado por posible corrupción en los casos Púnica y Lezo a algunos de sus hombres más próximos y de su absoluta confianza, Francisco Granados e Ignacio González. Pese a ostentar el más alto cargo en su partido y en la Comunidad de Madrid, la veterana política aseguraba ignorar lo que ocurría, víctima de unos colaboradores que le “habían salido rana”.
Pese a ostentar el más alto cargo en su partido y en la Comunidad de Madrid, la veterana política aseguraba ignorar lo que ocurría.
El escrito de Anticorrupción contempla todo tipo de irregularidades y un panorama de aprovechamiento del dinero público para financiar a empresas concretas que, a su vez, aportaban dinero a esa caja extraoficial del PP para un mayor éxito en las urnas. En esa red ha quedado atrapada también Cristina Cifuentes, sucesora de Aguirre cuando ésta dimitió ante la magnitud de los hechos que protagonizaban gentes de su entorno.
Cuenta la periodista Virginia Drake en su libro Esperanza Aguirre, la presidenta, que en 2003, en pleno tamayazo, la lideresa aseguraba: “yo llevo veinte años en la vida política (…) y jamás he tenido que decir que soy decente, porque nadie lo ha puesto nunca en duda”. Ella salió indemne de aquel escándalo, del que aún se desconocen muchos detalles, porque la investigación fue del todo insuficiente y los peones de Esperanza Aguirre nada ayudaron a esclarecer los hechos.