Todo el mundo (y cuando digo mundo me refiero al planeta Tierra) parece estar escandalizado por el triunfo electoral de Donald Trump. Lo cierto es que es sorprendente que no haya ganado "la ganadora" y que lo haya hecho "el perdedor". O al menos lo que veníamos la mayoría considerando en esos términos. Y precisamente ahí quizás es donde radique la razón principal de la victoria del "populista, mamarracho, inculto, manipulador, mentiroso, gilipollas, gordo, incluso sucio, racista, machista, psicópata y personaje" republicano (advierto que todos estos adjetivos han sido vertidos durante las últimas horas en medios de comunicación por tertulianos, analistas políticos, políticos y demás "demócratas"). 

"Vaffanculo Day", el 'virus' que se expande

Suponiendo que todo lo que nos han vendido sea más o menos cierto, no deberíamos sorprendernos. En sentido amplio lo sucedido ayer en Estados Unidos es la consecuencia que ya vimos en Italia cuando el movimiento de Grillo llegó a las instituciones: un cómico de la televisión que dio el paso y montó el show político. Su primer logro fue impulsar el "Vaffanculo Day", o sea el día para mandar literalmente a tomar por culo a los políticos con condenas penales o que ya hubiesen ejercido su cargo durante dos mandatos. De este modo, para promover la necesaria reforma de la ley electoral italiana, el cómico hizo un llamamiento el 14 de junio de 2007 con el objetivo de recoger las firmas necesarias. 50.000 firmas eran las necesarias, pero el hecho de conseguir más de 350.000 significó una respuesta inesperada. Se inicia así una movilización que toma forma en el denominado "movimiento cinco estrellas" que concurrirá desde 2009 a las elecciones. 

En la última cita electoral los de Grillo esperaban, en base a las encuestas, tener unos buenos resultados que les situasen como tercera fuerza política. Sin embargo, llegado el momento, en los comicios de 2013 fueron la opción más votada. Aunque el cómico no era candidato, es la cara visible de este movimiento que se autodenomina como exponente de la "antipolítica". En sus declaraciones sobre la victoria de Trump, ha manifestado que se trata de un "vaffanculo general", una locura, sí, pero la reacción de un pueblo harto que ha hecho explotar el establishment por los aires. 

Que le cuente lo que ha pasado en España con Podemos es absurdo: todos lo estamos viviendo día a día. Nos gustará más o menos, pero estaremos de acuerdo en que su éxito se debe al fracaso de los demás. Exactamente igual que Trump o Grillo. Iglesias ha conseguido empatizar con las vísceras de miles de personas que están hasta las narices de ver cómo un pequeño grupo se ha hecho con los mandos de lo público y no lo sueltan pase lo que pase; y lo que es peor, se han olvidado de mover un solo dedo por el pueblo. Y ahí es donde saltan todas las costuras. Basta con que alguien llegue y hable de manera enérgica, diga alguna que otra verdad cargada de vehemencia y podrá asaltar los cielos (o quedarse lo suficientemente cerca como para ponerlo todo patas arriba). 

 La 'antipolítica' y lo que se ha apolillado

¿Son estos nuevos líderes mesías todopoderosos con la capacidad de hablar por nuestra boca? No. Más bien a los tres les sucede lo mismo: sus votantes son muy conscientes de que están entregando la papeleta para alguien en quien no confían realmente; pero la intención real no es darle poder para que haga (porque o bien no se sabe qué harán o lo que han dicho que harán no termina de convencer a nadie, ni siquiera a ellos mismos que tienen en común cambiar muy a menudo de discurso), sino para que no ganen los de siempre. Dicho de otro modo más visual: la vitoria de Trump se entiende porque de lo que realmente se trata es de la derrota de Hillary Clinton. La que fuera Primera Dama de los Estados Unidos ha reunido un 70% del electorado que piensa que se trata de alguien oscuro, que no genera ningún tipo de confianza ni transmite honestidad. Y ahí está la clave. 

Se juntan el hambre con las ganas de comer, como suele decirse: por un lado están los fanáticos que defienden con uñas y dientes a sus candidatos (piense en el perfil concreto del hincha, que no necesita argumentos que respaldar, sino simplemente adorar a un líder),y por otro, aquéllos que no quieren ver lo de siempre ni en pintura. Todo esto se puede aderezar como se considere oportuno. Pero el resultado viene siendo el mismo: Trump gana las elecciones, el Movimiento Cinco Estrellas es la fuerza más votada y Podemos ha conseguido crear una brecha en un sistema donde solamente dos partidos se turnaban en el poder. 

En definitiva, la antipolítica ha llegado para gritar un "vaffanculo" a todo lo que se ha apolillado: a las miradas condescendientes de Hillary, quien creía caminar a dos metros del suelo; a los oportunistas como Hernando el del PSOE que se han pasado la vida saltando de flor en flor sin ser vistos y ahora resultan descubiertos a ojos de todo un país; a los corruptos como Berlusconi que en su momento abrieran la espita del populismo, ésa que ha representado tan bien Esperanza Aguirre en España. Una espita que ahora será dificil cerrar. 

 Los mensajes huecos de 'los nuevos'

Sin embargo, no nos engañemos. Los héroes de la antipolítica no han venido para establecer medidas tendentes a crear un mundo más justo. Por mucho que lo digan y eso nos pueda hacer latir más rápido el corazón. Han venido para instalarse valiéndose de mensajes tan contundentes como huecos: el bien común, la gente, los de arriba y los de abajo. Nada de contenido político no vaya a ser que quien se lo compre pueda darse cuenta de qué va el juego. 

Porque al final, a pesar de tantos fuegos artificiales y tantas palabras nuevas, la realidad es que lo único que se pretende con estas operaciones es legitimar a un sistema que se llama democrático pero no lo es. De este "vivir en democracia" ya se alegrarán los votantes  aunque se mueran de hambre y no sepan realmente de qué va eso de participar y comprometerse. pero es la parte del juego que nos ha tocado soportar. Dicen cambio, pero solamente hay que fijarse en quiénes nos gobiernan para darse cuenta de que todo va a seguir, al menos de momento, estando igual tirando a peor. 

Podremos sorprendernos y escandalizarnos, tirarnos de los pelos e incluso darnos de cabezazos contra las paredes. Hasta llegar a sonrojarnos por lo que han votado "los yankis". Pero cuando seamos capaces de girar de nuevo la cabeza deberíamos parar un momento y analizar lo que tenemos más cerca; sobre todo la escuela que se está creando en esta nueva "política de la antipolítica". Hoy termina el proceso de primarias de la formación morada en nuestro país. De sus candidaturas no se ha oído ni un sólo mensaje político estos días. Es más, se ha tratado de ocultar por todos los medios cualquier cosa que pudiera sonar a medidas concretas, propuestas y compromisos. Los "jóvenes revolucionarios" de Podemos han venido a insultar la inteligencia de quienes vivimos la política como un servicio público y responsable. Ni que decir tiene el insulto que supone su actitud para quienes están sufriendo las consecuencias de lo que entiende por "política" la derecha que nos desgobierna y los cómplices que se han vendido para perpetuarles (esos que se afanan por llamarse socialistas).

Las "nuevas revolucionarias" y la brillantina

Para muestra, un botón: que la campaña protagonizada por Rita Maestre y acompañada de la mano por Tania Sánchez consista en mensajes vacíos y pueriles llegando incluso a promocionarse con un vídeo en el que un puñado de grupis bailan a su alrededor una coreografía de la película Grease es lo más lamentable que he visto. Peor que la victoria de Trump, quien al menos tiene un proyecto, por muy contrario a mis ideales que sea. Lo de las "nuevas revolucionarias" es para ponerse a llorar, o como diría Grillo, para espetarles un "Vaffanculo" de generosas dimensiones.