La mitad de las muertes por coronavirus en Europa son en residencias de ancianos. Lo ha confirmado la Organización Mundial de la Salud (OMS), que cifra en 55.000 los fallecidos y este miércoles ha calificado de “tragedia” esos decesos que se han ido sucediendo en países como España, donde, a falta de tests generalizados, se han diagnosticado ya más de 15.000 fallecidos en este tipo de centros por un virus que ha tenido especial incidencia en las edades más avanzadas, y está poniendo en cuestión el sistema de protección de nuestros mayores que hemos mantenido en los últimos años.

Hablamos de ello con la Dra. Cristina Alonso Bouzón, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica.

¿Qué debilidades y qué fortalezas se han detectado a raíz de la crisis del COVID-19 en el modelo de centros de personas mayores que tenemos? La pandemia por el coronavirus está actuando como una lupa, dejando totalmente al descubierto no sólo la precariedad existente en algunas residencias de personas mayores sino también la ineficiente coordinación que existe entre el medio residencial y el sistema sanitario. La escasez de personal en las plantillas con condiciones de contratación precarias, la insuficiente formación y cualificación del personal y la escasez de recursos materiales (equipos de protección individualizada y tests diagnósticos fundamentalmente), son algunos de los principales problemas que han facilitado las terribles consecuencias de los brotes en algunas residencias.

Tras la crisis del COVID-19, ¿habrá que repensar este modelo en cuanto a su distribución, reduciendo el número de personas de cada instalación? Reducir el número de personas en la instalación puede ser una de las soluciones de aras de conseguir una adecuada relación entre número de trabajadores y residentes para garantizar un buen cuidado. Pero, además, es muy importante que el personal esté bien formado, que sepa qué hacer y cómo hacerlo para que las personas que viven en el centro mantengan la mejor calidad de vida el mayor tiempo posible, que tengan un envejecimiento saludable.

"Más que desarrollar nuevos tipos de centros, sería recomendable invertir esfuerzos en cambiar la manera de trabajar: mejorar la coordinación entre el sistema sanitario y el medio residencial".

¿Habrá que replantear también la asistencia sanitaria y geriátrica de estos centros, yéndonos a un modelo intermedio entre centro de mayores y hospital, donde se trate a personas más frágiles? Más que desarrollar nuevos tipos de centros, sería recomendable invertir esfuerzos en cambiar la manera de trabajar: mejorar la coordinación entre el sistema sanitario y el medio residencial. Trabajar con planes de cuidado compartidos, desarrollados por los profesionales de la residencia y de los servicios sanitarios, contando siempre con la participación del residente y su familia, en los que se prevea qué hacer y qué actitud tomar en distintas situaciones. Esta integración es lo único que ha demostrado eficacia para destruir las “barreras” entre los centros sanitarios y las residencias, facilitando el acceso al tratamiento y a los cuidados que cada persona mayor necesita. Esta manera de trabajar ha demostrado grandes beneficios en salud en las personas mayores.

¿Está excesivamente privatizado este sector? Y, ¿es eso una fuente de desigualdad social? La privatización surge como una solución a la escasez del recurso residencial. En principio no tendría que ser un problema si existiese una legislación “eficaz”, es decir, con una monitorización del funcionamiento de estos centros centrado en el bienestar y calidad de vida del residente. La realidad es que la legislación es laxa, lo que favorece la especulación con estos servicios y de ahí los graves problemas de déficit de personal y de recursos materiales. 

En una sociedad con una pirámide poblacional casi invertida, ¿habrá que reconsiderar el papel que juegan las personas mayores? Por supuesto…. El problema más importante es la imagen que se tiene de las personas mayores, el preconcepto de que tienen menos capacidades y menos valor. Esto es totalmente erróneo. Las personas mayores son muy distintas unas de otras, con capacidades muy diferentes: desde personas que tienen más capacidades que mucha gente joven (cada vez hay más ejemplos de octogenarios que corren maratones o suben altas montañas) hasta personas con distintos grados de dependencia. Independientemente de las capacidades que tengan las personas mayores, tienen muchísimo que aportar a la sociedad. Y un paso necesario y urgente es darles espacio para que participen en la discusión que se está produciendo sobre los temas que las afectan. Es fundamental que los representantes de las personas mayores tomen parte en las decisiones de temas tan relevantes como este.