En el Neolítico ya se adjudicaban trabajos diferentes a los hombres y a las mujeres. Lo afirma un estudio que publica Plos One y firman expertos del español Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de York. La investigación ha destapado una organización social compleja y dinámica basada en la división del trabajo por sexos, en el que ellas usaban las herramientas para trabajar las pieles y ellos para cazar o defenderse ante posibles conflictos.

El estudio se basa en el análisis de ajuares funerarios conservados en tumbas en Europa: se cree que las herramientas encontradas en las tumbas femeninas se utilizaban para trabajar pieles de animales o cuero, mientras que las de los hombres trabajarían la madera, la carnicería, la caza o la violencia interpersonal.

Para Penny Bickle, una de las firmantes de la Universidad de York, destaca que los roles muestran "lo dinámicas que eran las sociedades agrícolas y lo conscientes que eran de las diferentes habilidades de los miembros de su comunidad".

La publicación apunta también a que las funciones de hombres y mujeres habrían variado según la procedencia de la comunidad, de tal manera que, en las zonas orientales, las mujeres se desplazaban más que los hombres, e independientemente del sexo, había adornos de concha y joyas en sus tumbas. En el oeste, los hombres eran los que se movían más, y tenían herramientas más asociadas a la caza que las mujeres.