En la sugerente 2001, una odisea en el espacio, una comunidad de monos evoluciona hasta los humanos cuando encuentra un monolito en plena sabana. Quién sabe qué pudo ser el punto de inflexión que nos llevó hasta aquí. Acaso similar al de el grupo de monos capuchinos panameños que ha entrado en la edad de piedra.

Aislados

Lo cierto es que es una afirmación un tanto generosa. Proviene, cómo no, de un grupo de científicos, en este caso del Instituto Max Planck. Estos investigadores han estado observando las comunidades de monos capuchinos de cara blanca en el Parque Nacional de Coiba, que abarca tres islas frente a la costa de Panamá.

Se trata de un entorno ideal para establecer diferencias entre las comunidades, dado que permanecen aisladas. Aunque el descubriendo solo se ha realizado en una comunidad concreta. Los monos de esta manada llevan décadas utilizando piedras como herramientas. Y es un comportamiento que no se ha extendidos a otros grupos de primates. 

En 2004 ya se registró este comportamiento de los capuchinos. Los científicos han comprobado que siguen siendo los únicos que emplean piedras. 

El paso adelante

La conclusión es que el uso de herramientas líticas no es una consecuencia lógica del avance en los primates. Es más, el uso de piedras supone en realidad una ventaja frente al resto. Acceso a más alimento y en mejores condiciones, incluso cuando vienen mal dadas.

Evidentemente no son los primeros primares que desarrollan este comportamiento. El valor del hallazgo va más allá.

Lo realmente fascinante sería extrapolarlo. Imaginar un grupo concreto de australopitecus que un buen día descubre todo lo que puede hacer con piedras. Un grupo que prospera y acaba imponiéndose a los demás y generando más descendencia, que aprende a utilizar piedras y mejora las técnicas. Hasta que, poco a poco, se convierte en nosotros.