La moda del escape room nació en Japón y poco a poco se fue expandiendo, primero por Estados Unidos y ahora por decenas de países, incluido España. Consiste en descifrar un enigma, en grupo, para poder huir de una habitación en menos de 60 minutos.

No es más que un juego, aunque pueda parecer una pesadilla. Y de esa evocación se sirve el Comité Español de UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) en su nueva campaña The Unescape Room, basada, según explica la organización, en un experimento social que se realizó en Vigo con varios voluntarios, que se prestaron a él, añade, sin saber a qué se exponían.

Los encerraron en un espacio donde se recreaba una mina de oro ubicada en Camerún, con todo su calor, su olor a azufre, su oscuridad. Y sin poder escapar. No sobrepasaba la hora cuando los voluntarios, agotados y hartos del trato que les infringía un capataz, presionaron un botón rojo para poner fin a la experiencia. Entonces, se activó un vídeo donde les hablaba Asatu, una niña de once años, explicándoles la realidad que viven a diario 73 millones de niños, obligados a trabajar en minas, fábricas, basureros, plantaciones… “Tú has podido escapar en menos de una hora”, espeta Asatu a su público, “pero imagina que ésta fuera tu realidad todos los días. Trabajando doce horas sin descanso, arriesgando tu vida con todo tipo de abusos. Siendo una niña vulnerable”.

Trabajan en condiciones extremas, arriesgando su salud y abandonando su educación, y con ella, su futuro. En el mundo, 151,6 millones de niñas y niños de entre cinco y 17 años se ven obligados a trabajar, según los datos de Unicef. Casi la mitad, 73 millones, realizan trabajos peligrosos, como la manipulación de productos químicos, respiran sustancias tóxicas, transportan cargas pesadas o llevan a cabo labores en las alturas, bajo el agua, en recintos confinados o por la noche.

África Subsahariana es la región con la mayor incidencia de niños trabajadores, seguida por Asia y América Latina. Los gobiernos de todo el mundo se han comprometido a acabar con el trabajo infantil forzoso para el año 2025 y es una de las metas contempladas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Y si bien desde el año 2000, el número de niños que trabajan en condiciones peligrosas se ha reducido en más de un 50%, pero en los últimos años la caída es más lenta.

En la mina de oro de Camerún, los trabajadores tiene entre cinco y once años. “¿Sigues pensando que solo somos una cifra?”, añade Asatu. Tras la experiencia, uno de los voluntarios declara en este vídeo de la experiencia que ha difundido UNICEF, y se puede ver en este enlace, que “a mí, lo que más me toca es que esto puede estar pasando".

UNICEF anima a firmar y a luchar contra la explotación infantil en este enlace.