Ahí seguimos. Con nuestra incansable búsqueda de vida extraterrestre. Cuando hablamos de vida extraterrestre pensamos en seres de dos metros, con grandes ojos oblicuos, extremidades larguísimas y esas cosas. Pero los científicos son más sutiles. Para ellos es vida cualquier indicio de organismos capaces de respirar, reproducirse y desarrollarse en un hábitat determinado.

Un planeta enano

Con estos patrones la cosa resulta más sencilla. Pero igualmente desesperante. La nueva esperanza de encontrar algo así en nuestro sistema solar recae en Ceres. Ceres es un planeta enano que deambula por el cinturón de asteroides. Mientras que los planetas normales y corrientes circulan alrededor del Sol y sus satélites alrededor de ellos, Ceres reside en el cinturón de rocas resto de la formación del sistema, entre Marte y Júpiter. En su superficie, científicos norteamericanos e italianos de la NASA han identificado compuestos orgánicos gracias a los datos transmitidos por la sonda Dawn. Un descubrimiento publicado recientemente por Science. Estos compuestos, junto con otros elementos, hacen albergar la esperanza de que en Ceres exista algún tipo de vida. El resto de variables que están presente en esta roca espacial y que facilitarían el proceso son el amoníaco, el agua helada y los carbonatos de su superficie. Y un último factor. Que Ceres haya alcanzado el equilibrio hidrostático necesario para contar con una tenue atmósfera.

Vida bajo el hielo

Con estos mimbres se han creado en Ceres compuestos de carbono de cadena abierta. El primer eslabón de la vida según la conocemos por estas latitudes. Semejante hallazgo pudo realizarse analizando con un espectómetro de masas las imágenes que la sonda Dawn transmitía del cráter Ernutet. Es sin duda una revelación fascinante. La mente de los científicos se ha disparado sobre todo ante la posibilidad de que los compuestos sean mucho más ricos bajo la superficie helada. Ahí abajo corren mares de agua líquida. Y en ese entorno es todavía más probable que sí exista vida.