Los grandes misterios nos fascinan. Tienen un elemento contradictorio que nos atrae. Por un lado, nada nos seduce más que resolverlos. Encontrar la explicación o la resolución del misterio. Por otro, cuando lo conseguimos, nos deja cierta sensación de vacío. Como si el propio misterio fuera más interesante que su solución.

La pista japonesa

Algo así está pasando con Amelia Earhart. La popular aviadora estadounidense que desapareció cuando sobrevolaba el Pacífico en 1937 y de la que nunca más se supo. Hasta ahora. Especialistas norteamericano llevan varios años investigando la pista japonesa. Bajo su prisma, Earhart sí consiguió sobrevivir al vuelo en el que se decía que había desaparecido. De alguna manera logró aterrizar en una de las islas del archipiélago de Saipán. Allí quedó bajo custodia de las autoridades niponas. Desde allí, fue trasladada en un barco que naufragó cerca de la isla de Nikumaroro. Los restos óseos de una persona fallecida en ese accidente aparecieron en 1940. Desde entonces se pensaba que eran los huesos de un hombre. Sin embargo, especialistas del Centro de Antropología Forense de la Universidad de Tennessee reexaminó los huesos.

La costurera forense

Según este nuevo estudio, los huesos se corresponden a una persona con la complexión física de Earhart en un 99%. Sin la posibilidad de realizar análisis de ADN, la medición de los restos ha resultado clave. Para establecer la relación con la aviadora incluso se ha contado con la colaboración de una costurera. Los forenses recuperaron ropas de Earhart y compararon las medidas de las chaquetas y pantalones con los huesos largos encontrados. Las coincidencias fueron totales. Por eso, los expertos han llegado a la conclusión de que son los restos de Amelia Earhart, aunque sea por eliminación. “Mientras que no se demuestren que nos son sus huesos, todo indica que sí lo son”, ha sentenciado Richard Jantz, jefe del equipo investigador.