Ok, ninguno lo vemos. Nadie accede a Internet en búsqueda de porno. Y en realidad, ninguno de nosotros lo consume, ¿Verdad? Que año tras año, las webs de contenido pornográfico sean las que más visitas reciben y que la palabra “sexo” encabece una y otra vez el ranking de términos buscados en Google no tiene nada que ver. Claro.

La clave, en el cerebro

Otra cosa es cuando nos preguntan en una encuesta anónima. Ahí somos más proclives, parece, a ser sinceros. Por ejemplo, un 66 por ciento de los hombres y un 41 por ciento de las mujeres de Estados Unidos afirmaban recientemente haber consumido porno en el último año. Al parecer, la clave de que veamos porno está, una vez más, en nuestro cerebro. O más bien, en una mala pasada que nos juega nuestra cabeza. Según un grupo de científicos del Instituto de Neurología de Londres, la clave está en las sensaciones que se reproducen en nuestro cerebro cuando nos tocamos.
Como suena. Cuando nos tocamos a nosotros mismos, el cerebro no actúa igual que cuando es otra persona la que nos toca.
La corteza posterior de nuestro cerebro se activa mucho menos cuando somos nosotros mismos los que nos estimulamos.

Porno para desconectar

Pero nuestro cerebelo sí que archiva los estímulos. El único problema es que al mismo tiempo está interpretando nuestros propios movimientos, de manera que complica todo el proceso. Es necesario un tercer elemento. La fantasía, la manera, por decirlo de algún modo, de desconectar la parte mecánica de nuestro cerebro (ordenar que la mano se mueva y toque) con la sensorial de que nuestro cerebro interprete las autocaricias como estímulos sexuales. Y ahí donde entra el porno. Porque la visión de prono permite a nuestro cerebro disociar ambas órdenes. De pronto, en nuestra cabeza, nuestra mano ya no es nuestra. Y las sensaciones que recibimos al sentir nuestra propia mano ya no son las de nuestra extremidad.
Los estímulos visuales que recibimos son más potentes y se completan con nuestra representación mental de la actividad. Así que podría decirse que el prono sirve para desconectar nuestro cerebro de nosotros mismos.