La mayor área marina protegida del mundo va a estar en la Antártida, en el Mar de Ross. Así lo acordó la semana pasada, durante la reunión anual de la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivientes de la Antártida (CCAMLR, por sus siglas en inglés), en Hobart, un grupo de veinticuatro países, incuidos Rusia, China, miembros de la Unión Europea y Estados Unidos. Estos últimos, junto con Nueva Zelanda, impulsaron la propuesta. Es un histórico acuerdo cuya creación entrará en vigor a finales del próximo año. Incluye un área de 1,12 kilómetros cuadrados de la Antártida, es decir el 72 por ciento de su superficie, y tendrá una superficie de 1,6 millones de kilómetros cuadrados, que estará protegida los próximos 35 años, en ella no se permitirán actividades pesqueras. Los barcos rusos, pescadores habituales en esa zona, ya no podrán hacerlo, y de ahí uno de los motivos para que, inicialmente, Rusia se opusiera al acuerdo, e hicieran falta negociaciones de dos semanas. Este hito en la protección del medioambiente se. Deutsche Welle habló con Mike Walker, director de proyectos de la Alianza Oceánica de la Antártida, con sede en Hobart. El Mar de Ross es uno de las reservas marinas más importantes del planeta, habitan en ella un tercio de los pingüinos Adélie del planeta, un cuarto de la población de los pingüinos emperador, además de petreles antárticos, focas Wedell, merluzas negras y una especie única de orca, entre otras especies.

Descubierta en 1841 por James Clark Ross, está situada al sur de Nueva Zelanda, entre el océano glacial Antártido y la Antártida

Las numerosas corrientes aéreas y oceánicas de la Antártida, y sus extensas plataformas de hielo, son el hogar de un rico ecosistema de gran biodiversidad que confiere a la región una importancia mundial. El descubrimiento de la Antártida por parte de Europa, y su posterior exploración desde el siglo XIX, ha permitido el estudio científico de esta región. Pero también ha significado la caza no reglamentada de focas y ballenas, pesca excesiva del krill antártico, actividad militar y hasta reivindicaciones de soberanía sobre el territorio. El Tratado Antártico fue la base de una cooperación internacional sin precedentes en 1959, cuando doce naciones acordaron que el área al sur del paralelo 60 fuera una reserva científica destinada a la conservación y al estudio de sus ecosistemas marinos. Desde ese momento se prohibieron las actividades militares y la explotación, salvo la de los recursos marinos.

Una organización por el respeto a la Antártida

La Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR), una organización intergubernamental de 25 miembros que incluye a la UE y a ocho de sus Estados miembros, que ahora ha proclamado la reserva marina de la Antártida, se estableció en 1982. Es responsable de la conservación y uso racional de los recursos vivos marinos antárticos. Con la investigación científica como base, la CCAMLR aplica extensas medidas de conservación para la protección de los ecosistemas marinos y para una gestión sostenible del sector pesquero. Estas medidas forman parte de un convenio que se elaboró en respuesta a las constataciones científicas sobre los efectos de la sobrepesca en los años 60 y 70, así como por el auge del interés comercial del krill antártico, una especie clave del ecosistema de la Antártida. El sector pesquero antártico se ha gestionado, hasta ahora, respetando el ecosistema y haciendo hincapié en la sostenibilidad, y también el establecimiento de las áreas marinas protegidas (AMP), que persiguen un doble objetivo: la conservación de la naturaleza y la gestión del sector pesquero. Sobre la base de una propuesta de la UE, la CCAMLR logró crear en 2009 la primera AMP de la zona en la plataforma sur de las Islas Orcadas del Sur. Las AMP también son importantes para entender el panorama ecológico más amplio, como la repercusión de la pesca y los efectos del cambio climático. La Antártida oriental contiene algunos de los más diversos ecosistemas de la tierra. Posee tanto regiones de océano abierto como un variado fondo marino que proporciona un hábitat a mamíferos marinos, tales como los pingüinos y las aves marinas, así como zonas de desove y cría para las especies clave de peces.