¿Hasta dónde llegarán los robots? ¿En qué momento tendrán, como en Blade Runner, un parecido tan cercano a los humanos que no solo será difícil reconocerlos sino que adquieran algunos de nuestros derechos? Es más, ¿es lícito que seres sintéticos tengan nuestros derechos?

Sophia, la robot

Lo mejor será que vayamos planteándonos estas preguntas. Sobre todo porque las últimas noticias nos habla de que un robot ha adquirido la ciudadanía de un país por primera vez. Se trata de Sophia, el androide creado por la compañía Hanson Robotics, radicada en Hong Kong. Las características que dotan a Sophia de rasgos humanos es su amplio catálogo de expresiones faciales, hasta 62. Unas expresiones que, como cualquier persona, adecua a la conversación y al estado de ánimo. Estos factores vienen determinado por la inteligencia artificial que rige el software con el que funciona. Sophia ha sido adquirida por el gobierno de Arabia Saudí. El país está realizando una decidida apuesta por la modernización tecnológica y esperan que el androide sea la imagen de esa corriente. Y como elemento propagandístico definitivo ha decidido concederle la ciudadanía. De momento, ciudadana-robot, sea lo que sea lo que significa ese estatus.

Más derechos que las mujeres

Como celebración ha concedido una entrevista en la que afirma que espera “poder estudiar, hacer arte tener mi propio hogar y mi propia familia”. No cabe duda de que la programación de su IA es bastante convencional. Otro asunto es el debate suscitado a partir de la concesión de la ciudadanía saudí para Sophie. Sobre todo porque varias organizaciones han asegurado que el robot tiene más derechos que las mujeres saudíes. Por ejemplo, puede presentarse en público sin el rostro cubierto. Tampoco esta obligada a ir siempre acompañada por un guardián, la figura masculina que siempre va junto a las mujeres cuando salen a la calle, por imperativo legal.