Tierra de leche y miel, el documental que aborda las migraciones humanas y el carácter cíclico de sus impulsos, ha sido preseleccionado para optar al Goya a Mejor Documental en la edición de 2022. Una obra que, de manera intimista, no busca tanto dar respuestas como propiciar la reflexión a través de las sensaciones.

El recorrido de Tierra de leche y miel incluye algunos de los festivales más importantes del panorama nacional e internacional (FICX. Festival Internacional de Cine de Gijón; Thessaloniki Documentary Festival (Grecia); Play-Doc (Galicia) o Atlàntida Mallorca Film Fest, entre otros), y el Premio a mejor documental en la 65º SEMINCI. Ahora, Tierra de leche y miel se abre paso en la carrera por el Goya, y tendrá su estreno en salas el 8 de diciembre. Además, y dentro del Festival Rizoma, el documental podrá verse en Madrid el 23 de noviembre en Sala Equis.

La intrahistoria de Tierra de leche y miel es la de tres amigos que se juntan en 2016 en un viaje que los llevará a la creación de este documental de manera coral. Son Héctor Domínguez-Viguera (Ourense, 1984), Carlos Mora Fuentes (Santander, 1979), y Gonzalo Recio (Toledo, 1985) quienes, con ayuda de su productor Andrés Díaz, creador de Zerkalo Films (Madrid), logran armar este proyecto audiovisual.

La premisa era abordar el tema de los desplazamientos humanos causados por conflictos bélicos a lo largo de la Historia desde una perspectiva más cercana y reflexiva que la que muestran los medios de comunicación. Tras un largo proceso de deconstrucciones y reconstrucciones, el documental llegó a su esencia del más puro ensayo cinematográfico, focalizado en unos personajes y problemáticas muy concretas, buscando la empatía con un punto de vista observacional y mostrando la cotidianeidad de su día a día, que al relacionarse con las de otros lugares y situaciones invitan al debate activo y lo extrapolan hacia las reflexiones más globales que proponer al espectador.

En Sarajevo, Mirsada y su hija Vanesa sobreviven, después de 25 años, en el centro colectivo de Hrasnica, esperando una solución habitacional definitiva que nunca llega. En Georgia, Bela, a sus 78 años, lucha cada día por recuperar los cuerpos de los desaparecidos en las guerras de Abjasia. A su vez, cientos de desplazados provocados por el conflicto comienzan a adquirir en Tbilisi las prometidas viviendas gubernamentales. Sin embargo, a Dani, Gio y Vika, de 11 años, les cuesta asumir que tendrán que separarse y abandonar el barrio en el que han crecido. Y, en Grecia, Alia y Hussein, que huyeron de la guerra en Siria, esperan con anhelo la reunificación familiar y el reencuentro con su hija Zozan desde Polykastro, un limbo del que no es sencillo salir.

¿Qué conexiones pueden darse entre personas que habitan espacios separados por grandes distancias geográficas pero que comparten una misma herida: el exilio provocado por la guerra? La película profundiza en esta cuestión, asistiendo al día a día cotidiano de los protagonistas, personas desplazadas por las guerras de los Balcanes, Siria y Abjasia que, aunque sea en medio de ninguna parte, de un no lugar, comparten una grande y firme determinación de seguir buscando.