El Papa Francisco no es un papa normal. Siempre han tenido los sumos pontífices cierta afición por opinar sobre todo lo que sucede en el mundo. Pero los comentarios de Bergoglio siempre sorprenden por su postura, progresista dentro de lo que cabe. En esta ocasión ha vuelto a clamar contra el cambio climático.

Cuidado con la energía

Tampoco es que el Papa sea especialmente diplomático. En esta ocasión ha asegurado que “la civilización requiere energía, pero ese empleo de la energía no puede ser la excusa para destruir el mundo”, ha argumentado. Para Francisco, nos enfrentamos a un reto de proporciones épicas. Y cuando un hombre religioso habla de épica, hay que escucharle. 

Habla el Papa de la necesidad de conjugar consumo de energía, desarrollo, lucha contra la contaminación, contra la pobreza y justicia social. Ahí es nada. Aunque pueda parecer un análisis grueso, lo cierto es que siempre es alentador escuchar algo así por boca del máximo mandatario católico. 

Espiral extrema

Porque Francisco sabe de lo que habla. El Papa advierte de que son problemas interaccionados. Lo lucha contra la pobreza implica que más de 1.000 millones de personas accedan a la electricidad. Eso implica que esa nueva demanda debe de ser cubierta sin que se perjudique al medio ambiente. 

Para ello, el sumo pontífice no dudó en señalar la urgencia de dejar de emplear combustibles fósiles. Que no se cree una “espiral de cambio climático extremo”, como él mismo ha definido. 

El Papa expuso estos puntos de vista en una reunión a puerta cerrada de la Academia de Ciencias Vaticana. Que aunque sean unos términos que parecen contradictorios, sí muestra que, al menos en este aspecto, el actual gabinete del Vaticano está plenamente actualizado.