Le sucede a un gran número de personas. Es ver una araña o una serpientes y literalmente pierden el control. Son animales que sin explicación y casi únicamente con las cucarachas nos producen un rechazo automático. Incluso aunque las veamos en terrarios, donde no pueden atacarnos, nos sigue produciendo pánico.

Niños atemorizados

Bueno, quizá eso de “sin explicación” ya no sea tan así. Resulta que unos científicos, qué haríamos sin ellos, han llegado a la conclusión de que nuestro miedo a las arañas y serpientes tiene un componente evolutivo. Es más, que este miedo va en nuestro código genético y nos ha ayudado a llegar hasta donde estamos hoy. El estudio ha sido realizado conjuntamente por científicos de las Universidades Max Planck de Liepzig en Alemania y de Uppsala en Suecia. Para llegar a estas conclusiones tuvieron que hacérselo pasar mal a un grupo de niños de alrededor de un año. Todo en nombre de la ciencia, claro. Los expertos, in muchos remordimientos, agarraron a varios bebés y les pusieron ante distintos tipos de arañas y serpientes. Se entiende que todo en un entorno seguro para las criaturas. Tan seguro que se limitaron a hacerlo con fotografías. Pero aún así, la reacción era curiosa. Si les enseñaban a los pequeños imágenes de pececitos o flores, la reacción de los infantes era nula. Sin embargo, aunque la de serpientes y arañas, los niños comenzaban a sufrir cierto estrés que se manifestaba en el aumento de las pupilas y del ritmo cardiaco. Estas reacciones son un indicativo de la activación de los sistemas de alerta en el cerebro.

Millones de años juntos

Según los científicos esto se debe a las interacciones que se han sucedido entre humanos y estos animales durante millones de años y a las consecuencias de estos encuentros. Evitarlos suponía una aumento de las posibilidades de supervivencia y por lo tanto de transmitir los genes. Es por este motivo por el que cerca del 5% de la población de los países industrializados tienen auténtica fobia a estos animales y a muchos más simplemente les repelen. Aunque en la mayoría de estas naciones no existen ejemplares peligrosos ni de arañas ni de serpientes.