Lo ha publicado este jueves la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en su índice mensual de variación de los precios internacionales de una cesta de productos alimenticios básicos.

La FAO realiza su cálculo a partir de una medición de los costes de mercado de grupos de productos que incluyen cereales, oleaginosas, productos lácteos, carne y azúcar. "El índice se situó en noviembre de 2019 en un promedio de 177,2 puntos, es decir, 4,7 puntos (un 2,7 %) más que en octubre y 15,4 puntos (un 9,5 %) más que en el mismo período del año pasado", ha expresado la entidad.

Según la FAO, han sido dos lo alimentos que han provocado que los alimentos se disparen: los cárnicos y los oleaginosos. El incremento del precio de la carne alcanzó niveles récord que no tienen precedente similar desde mayo de 2009. También se ha registrado un crecimiento en la medición de los aceites vegetales, cuyo precio aumentó más del 10% solo entre octubre y noviembre de este año. Una subida que no se veía en ese sector desde febrero de 2016.

Mientras tanto, los aumentos en el precio de los lácteos y el azúcar se consideran moderados, mientras que los cereales rebajaron un 1,2% en la media de los dos últimos meses. Las cotizaciones de todos los tipos de carne medidas por la FAO muestran un aumento del precio general en más de un 17% entre noviembre de 2018 y noviembre de 2019.

El principal motivo apuntado en el informe del organismo multilateral para este escenario es China, que tiene una fuerte demanda en un escenario de "escasez de disponibilidades exportables". Según un informe de la Administración General de Aduanas de Pekín, la potencia asiática triplicó sus importaciones de productos cárnicos provenientes de Brasil y duplicó sus compras en Argentina.

China duplica el promedio mundial de consumo de carne por persona, según cifras oficiales, y la mitad de los productos vacunos que importa provienen de Latinoamérica. La tasa media por persona de carne que se comía en el país asiático en los años 60 era de 5 kilogramos al año. A fines de los 80, la cifra había aumentado a 20 kg, y en los últimos años se ha triplicado a más de 60 kilos. La producción mundial es casi cinco veces más alta que a principios de la década del 60: de 70 millones de toneladas a más de 330 millones de toneladas en 2017, pero se advierte que la demanda todavía excede la oferta exportable.