El planeta podría estar “saturado” de desechos nucleares, y los proyectos de enterrar los residuos bajo el lecho de la Tierra podrían ser muy cuestionables. Así lo ha manifestado la rama francesa de Greenpeace en un informe que analiza la “cadena” del combustible nuclear, desde la extracción de uranio hasta el momento de su desaparición.

Según el estudio, hoy existe “un stock mundial de unas 250.000 toneladas de combustibles usados altamente radiactivos”, repartidos en unos quince países. La mayoría de estos desechos “sigue depositada en piscinas de enfriamiento en los sitios de los reactores”, piscinas que son “vulnerables” a ataques externos.

Según el informe ningún país dispone de “cálculos fiables de la totalidad de los costos que serán requeridos para administrar los depósitos nucleares durante muchas décadas o inclusive, siglos”. Así, mientras las piscinas se llenan, “ningún país en el mundo posee una solución para los desperdicios de alta actividad”, ha expresado Pete Roche, uno de los autores del texto, consultor especializado en energía y militante antinuclear. “La industria nuclear, con el apoyo de los gobiernos a diferentes niveles, mantiene la elección de almacenamiento geológico del combustible usado (...). Sin embargo, en ninguna parte del mundo se ha instalado un lugar de almacenamiento subterráneo viable, seguro y durable a largo plazo”, insiste le texto.

El informe analiza en particular a Francia, donde el Instituto de radioprotección y de seguridad nuclear (IRSN) ya destacó el riesgo de saturación de las inmensas piscinas de La Haya. Considera asimismo que en Suecia y en Finlandia, donde las iniciativas son más avanzadas, hay “muchas dudas”. Y fija su atención también en el “peligro potencial” de la “acumulación” en las piscinas de los reactores estadounidenses, que contienen de “tres a cuatro veces más combustible nuclear usado por encima de lo que estaba previsto” en el origen.