Tenemos que entonar el mea culpa, pero así son las cosas. Un viejo dicho periodístico reza que la noticia no es el avión que llega, sino el que no llega. Y en esa misma línea, parece que la noticia siempre es el humano maltratando al animal, no cuando es al revés. Cuando el humano y el animal viven en armonía.

Una gorila llamada Pikin

Pero de vez en cuando las cosas cambian. Y suele ser porque un vídeo o imagen cambian nuestra percepción. Claro, ese cambio de perspectiva suele merecer un premio. En este caso el de fotógrafo de vida salvaje del año que concede el Museo de Historia Natural de Londres. La instantánea que captó Jo-Anne McArthur en Camerún ha sido la ganadora de este año. En ella podemos ver como un gorila joven se abraza tiernamente a su cuidador. La joven gorila, llamada Pikin, estaba siendo trasladada de un parque natural a otro. Este proceso es crítico y los animales sufren mucho en su captura y transporte.

Y su cuidador

Por este motivo, los animales viajan sedados. Pero el viaje de Pikin se alargó más de los previsto. Y en medio del camino despertó. Esta puede ser una situación crítica, cuando un animal de casi 100 kilos medio aturdido se despierta en un lugar desconocido. pero no fue así en este caso. Porque cuando Pikin despertó tenía a su lado a Appolinaire Ndohoudou. Cuando Pinki abrió los ojos reconoció a uno de los encargados de su bienestar en el parque de procedencia. Rápidamente, el animal se abrazó al cuidador. La autora de la foto se percató de su potencia en el primer instante. “Estoy habituada a captar imágenes de la crueldad de las personas con los animales. Pero a veces tengo la satisfacción de poder documentar historias de rescate, esperanza y redención, asegura la fotógrafa.