Por pequeña que sean nuestras decisiones, el cerebro, nuestras neuronas, actúan, intentando predecir las consecuencias que éstas pueden tener. Así lo ha confirmado una investigación galardonada por la revista Science, que ha utilizado la optogenética para entender este proceso.
Lidera la investigación Neir Eshel, de la Universidad de Stanford (EE UU). Un ejemplo del objeto de su estudio: cuando decidimos comer dulce a pesar de ser conscientes de que nos sobran un par de kilos. Es una decisión en la que se enfrentan dos polos, el prudente y el eufórico, y la decisión final se toma motivada por la dopamina, un neurotransmisor que aunque durante mucho tiempo se ha conocido como ‘la hormona del placer’, ahora se señala que es la hormona de la motivación. Las neuronas que segregan la dopamina nos llevan a decantarnos por una u otra opción según la recompensa que esperamos recibir, basándose en experiencias similares que hayamos tenido en el pasado.
Leequid