La neurocientífica Nazareth Castellanos analizó la relación entre el corazón y el cerebro, dos órganos que todos conocemos sus funciones, pero desconocemos los puntos en común que tienen. Precisamente de esta relación entre estos órgamos ha hablado la expera en la primera entrega de Neurociencia de café, en La Ventana con Carles Francino.
"Históricamente ha habido culturas cerebrocentristas, como la nuestra, y culturas cardiocentristas", explica la experta, que puso como ejemplo el Antiguo Egipto como un caso de cultua cardiocentrista o bien la medicina sufí, para la cual el corazón era "la alfombra donde se asienta lo que antes se llamaba el alma, la inteligencia, las emociones".
Sin embargo, no podemos entender a una sin la otra y eso explica por qué, por ejemplo, cuando estamos nervisosos (y el corazón se acelera, por ejemplo) tomamos peores decisiones (con el cerebro, claro). Así, cuando aumenta la tensión o el nerviosismo, el ritmo cardíaco se acelera y el cerebro centra su atención en las señales que provienen del corazón. Esta prioridad reduce la capacidad de valorar situaciones y de tomar decisiones de forma calmada y adecuada.
“Cada vez que el corazón bombea el cerebro le responde. Lo puede hacer de una forma contundente o más leve. Y dependiendo de esa fuerza en la respuesta del cerebro al corazón, percibiremos las cosas o no. Es decir, el diálogo entre el corazón y el cerebro filtra lo que percibimos”, explicó Castellanos.
La fuerte relación entre el corazón y el cerebro
El corazón ejerce una influencia significativa sobre el cerebro, hasta el punto de que la sincronización de sus ritmos hace que el cerebro priorice las señales provenientes del corazón frente a las de otros órganos. En situaciones de nerviosismo, el aumento del ritmo cardíaco capta de inmediato la atención del cerebro, lo que puede mermar nuestra capacidad para tomar decisiones con claridad.
Tal como lo expresa la neurocientífica: "Cada vez que el corazón bombea el cerebro le responde. Lo puede hacer de una forma contundente o más leve. Y dependiendo de esa fuerza en la respuesta del cerebro al corazón, percibiremos las cosas o no. Es decir, el diálogo entre el corazón y el cerebro filtra lo que percibimos".
Claves para un envejecimiento cerebral saludable
Castellanos también abordó otro aspecto clave: el declive del cerebro con la edad. Según estudios realizados hace dos décadas, este proceso comienza alrededor de los 39 años. No obstante, advirtió que en la actualidad es posible que esa edad se haya retrasado gracias a cambios en los estilos de vida.
El retraso en el envejecimiento cerebral se sostiene en tres pilares fundamentales. Por un lado, mantener una vida activa. Por otro, seguir una alimentación equilibrada. Y, en tercer lugar, realizar actividades que supongan una estimulación cognitiva. Estos hábitos, señaló Castellanos, resultan determinantes para preservar el buen funcionamiento del cerebro durante más tiempo.