Incluso en medio de una ola de calor como la que acabamos de pasar, se nos puede poner la piel de gallina. Hasta Charles Darwin reflexionó en sus escritos sobre esto, porque lo asociaba a la evolución: la piel de gallina podía proteger a los animales con piel gruesa del frío. Con todo, en los humanos hay más motivos que la causan. ¿Por qué, entonces, la ha preservado la evolución?
Un grupo de científicos de la Universidad de Harvard ha aportado una nueva teoría para explicar la reacción: los tipos de células que causan la piel de gallina también son decisivas para regular las células madre que regeneran el folículo piloso y el cabello. Así, bajo la piel, el músculo que se contrae para crear piel de gallina es necesario para unir la conexión del nervio simpático con las células madre del folículo piloso. El nervio simpático reacciona al frío al contraer el músculo y causa escalofríos a corto plazo, e impulsa la activación de las células madre del folículo piloso y el crecimiento de cabello nuevo a largo plazo.
Los científicos han verificado estos hallazgos en ratones, y publicado los resultados en la revista Cell. Aportan, así, una mejor comprensión sobre cómo interactúan los diferentes tipos de células para reaccionar ante los cambios en el entorno exterior.
Pero la de estos autores de la Universidad de Harvard no es la única hipótesis que existe sobre el origen de la piel de gallina., es un vestigio evolutivo que recuerda a la piel de las aves cuando las despluman. Según explicó, hace unos años, el psicólogo y zoólogo George A.Bubenik ,de la Universidad de Guelph, en la revista Scientific American, la piloerección (como se conoce en el ámbito médico) se debe a que heredamos la piel de gallina de nuestros ancestros, y esta reacción tiene que ver con situaciones que nos causan emociones extremas. Es lo mismo que hacen los gatos cuando se les eriza la piel ante un peligro, e intentan parecer más grandes de lo que son.
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