Posiblemente el recurso más valioso y codiciado del siglo XXI sean nuestros datos. “Durante toda la historia, los seres humanos hemos estado sometidos a epidemias, hambrunas y catástrofes. A partir de ahora gran parte de este sufrimiento será evitable, gracias principalmente al teléfono que quizá lleves en este momento en el bolsillo”.

Así lo advierte Pablo Rodríguez, director ejecutivo de Telefónica Innovation Alpha (una unidad de investigación cuyo objetivo es crear moonshots, proyectos que afrontan los grandes retos de la sociedad con ideas radicales y tecnología pionera) en su nuevo libro Inteligencia artificial. Cómo cambiará el mundo (y tu vida), que acaba de publicar con la Universidad de Deusto. En él, ofrece una visión retrospectiva de la historia de los datos, una explicación a su interior y funcionamiento, un mapeo de las redes y traza perfiles de gurús de los macrodatos. También analiza el futuro del Internet de las cosas y de la inteligencia artificial.

La IA es esa que detecta y almacena la información de dónde nos encontramos cuando sacamos el móvil para hacer una foto. Está cuando nos metemos en una plataforma VOD (Video On Demand) y nos recomiendan una ristra de series porque han detectado que nos gustan las de ese estilo. La idea es que complemente a la inteligencia humana como una especie de asistente a la hora de procesar gran cantidad de información, para poder tenerla a mano cuando se necesite.

Hay muchas aplicaciones de Inteligencia Artificial en el campo de la salud. Y, según defiende Rodríguez, los datos recopilados por un teléfono móvil dicen tanto de nuestro comportamiento, interacciones, relaciones y de nuestro entorno que, gracias a la inteligencia artificial, pueden transformar para mejor la vida de millones de personas. Son datos que pueden ayudar a prevenir enfermedades, optimizar el día a día de las personas con discapacidades, optimizar los recursos escasos y trabajar en favor de la inclusión, la seguridad y la equidad.

Será una gran revolución que, eso sí, no estará exento de retos desde el punto de vista de la ética y la filosofía. ¿Es contradictoria la IA con la privacidad? ¿Qué debe hacer un acoche autónomo si no existe posibilidad de evitar un accidente? ¿Debe tener la última palabra, siempre, el hombre?

En este sentido, el Foro Económico Mundial ha publicado un libro blanco repasando los cuatro grandes desafíos que plantea la Inteligencia Artificial:

Complejidad: crea modelos que no siguen un proceso lógico que pueda ser entendido por los humanos. El software de toda la vida sí lo podemos comprender más fácilmente.

Opacidad: por su complejidad y la naturaleza de sus algoritmos, es muy difícil predecir y desentrañar sus decisiones y movimientos.

Ubicuidad: está ocupando cada vez más espacios de nuestra vida.

Exclusividad: la gestión de las bases de datos es cara y no está al alcance de cualquiera