Los vemos en las imágenes de la televisión, acercándose a su vehículo espacial y les admiramos. Nos fascinan las tomas de sus paseos orbitales, con la Tierra de fondo. Las películas nos los muestran como héroes de un mundo inaccesible para la mayoría. Pero, hasta ahora, nada nos ha hecho pensar en otros aspectos más mundanos de los viajes al espacio. Por ejemplo, ¿cómo hacen caca los astronautas?

No hay duda de que lo hacen

Porque además de salir a reparar ese satélite o aquella sonda (espacial) y de flotar en la microgravedad, de lo que no hay duda es de que los cosmonautas también hacen caca. Y ese asunto, el de la gestión de los residuos humanos, trae de cabeza a la NASA. Tipos que han puesto a un hombre en la Luna son incapaces de resolver ese aspecto. Tanto es así que ha convocado un concurso de ideas para tratar de resolverlo. Premia a la persona que encuentre la solución con nada menos que 30.000 dólares. Y para definirlo no se han andado con liturgias o eufemismos: Space Poop Challenge, el reto de la caca espacial. La cuestión está resuelta más o menos cuando los astronautas se encuentran dentro de la nave. Con aspiradores y pañales, se van arreglando. Pero ahora, la agencia espacial norteamericana, quiere una solución más efectiva.

Así no llegamos a Marte

Porque, aunque pueda parecer una cuestión cómica, es uno de los elementos que están retrasando viajes espaciales más largos y ambiciosos. Es decir, si no resuelven el tema de la caca en el espacio, despídanse de llegar a Marte. Lo que busca la NASA es la manera de que los residuos corporales, que además de la caca incluyen la orina y la menstruación, puedan ser gestionados de algún modo dentro de los trajes espaciales durante largos periodos de tiempo.

Fluidos en microgravedad

Los problemas a los que se enfrentan los que acepten el reto de la NASA son enormes. El sistema que se presente debe ser capaz de recoger y almacenar los residuos en el traje, sin que tengan contacto con el cuerpo del astronauta, sin la intervención de las manos del interesado y manteniendo la condiciones de presurización del interior. Además, ha de garantizar su efectividad durante 144 horas. Es decir, que durante seis días, el invento debe funcionar sin que el interior del traje espacial se convierta en un infierno. Y un último punto. En microgravedad, los fluidos flotan a su antojo y su comportamiento no tiene por qué ser el mismo que en la Tierra. Ahí queda el reto. El premio, además de la recompensa económica, es el reconocimiento de haber hecho una aportación esencial a la carrera espacial. Otra cosa es si el inventor luego quiere reconocer públicamente que él ingenió el sistema espacial de procesado de caca. Astronauta Richard Mastracchio on Space Poop Challenge de HeroX.