Hubo un tiempo en el que el filósofo vasco era una referencia del pensamiento. Érase una vez un escritor lúcido con tribuna en ELPAÍS y con una prolífica actividad que admiraba a quienes, incluso, no compartían ni sus declaraciones, ni sus escritos, ni sus expresiones. En aquel tiempo, un Fernando Savater abiertamente demócrata y respetuoso era uno de los ensayistas, articulistas y voces más interesantes y atractivas de este país. Su labor divulgativa hizo del donostiarra un referente para toda una generación en España, con superventas como 'Ética para Amador' (1991) o 'El contenido de la felicidad' (1986).

Pero Savater ya hace tiempo que no es lo que fue. Sus cambios de rumbo, su acercamiento a postulados partidistas conservadores, su fobia creciente y visceral contra la izquierda, su dio a los nacionalismos y al Gobierno de Pedro Sánchez, unidos a sus estrafalarias declaraciones, groseras consideraciones y ofensas que rebasan todos los límites, como la última tras descalificar a Lalachus por las Campanadas de TVE llamándola “la tía gorda esa”, han hecho del filósofo respetado de antes, un fantasma de aquella época, un descerebrado y un impertinente maleducado. Como ha dicho de él Rosa María Artal en sus redes: “Este bellezón con el cerebro socarrado por la ultraderecha se llama Fernando Savater. Le creímos filósofo un lejano día…”.

El propio Savater se ha calificado de esta manera: “He sido un revolucionario sin ira; espero ser un conservador sin vileza".

De libertario y asistente a mítines de HB a “amigo” de Abascal y la "maestría" de Cayetana

Del nacionalismo ha dicho que “es imbecilizador, aunque los hay leves y graves, los del forofo del alirón y el que se pone el cuchillo en la boca para matar”. Cabe recordar que en un pasado no muy lejano, Savater pidió en 1978 la abstención en el referéndum de la Constitución. También escribió en Egin, acudió a mítines de Herri Batasuna e hizo chanza de los defensores de la unidad de España, llegando a defender posturas libertarias. En su último libro, 'Carne gobernada', explica el viaje político desde su izquierdismo juvenil hasta un constitucionalismo ilustrado de derechas actual. Ahora se refiere al líder de VOX, como a su “amigo Santi Abascal” y de Cayetana Álvarez de Toledo, de la que es admirador, elogia su “maestría”.

Tras formar parte del núcleo duro de ELPAÍS desde su fundación, fue despedido en enero de 2024 por la deriva que había adoptado en la que no ahorraba críticas al propio medio, donde escribía ininterrumpidamente desde hacía 47 años. Savater criticaba la deriva “sectaria y decadente” de ELPAÍS que, según el donostiarra, “pasó a convertirse en un risible epítome de la prensa al servicio de la política”. Ofendía al electorado de Podemos diciendo que “no sabía que había tantos bobos en España”, por sus cuatro millones de votos en las generales de 2015. A Pedro Sánchez lo tilda de “líder caudillista”.

En línea con el machismo grosero mostrado con Lalachus, llegó a criticar al diario de Prisa por su equipo de mujeres Piensa que a este medio le perjudica su “desafortunada invasión femenina” y aunque en otros periódicos “los mejores columnistas son mujeres”, en cambio “en ELPAÍS nos ha tocado el lote menos lúcido”. Minusvalora ofensivamente a otros columnistas como “mindundis oficiales tipo Sergio del Molino y gente parecida”.

Es tan grave su odio al nacionalismo que se ha hecho negacionista de algo tan evidente como es el fin del terrorismo etarra: ETA mató para algo y ahora vivimos en ese algo”. Y también tiene para el PSC: “El peor nacionalismo es el de los que no se declaran nacionalistas y por eso los socialistas catalanes han sido tan mefíticos. (…)". 

Pero si por algo pasará a la historia de las ignominias Savater es por confesar en 2011 que ETA le permitió mantenerse “activo y metido en política”, al tiempo que la organización terrorista le “ha divertido mucho”. La contestación de la hermana del ertzaina asesinado, Txema Aguirre, fue demoledora: “¿Me está diciendo que mi hermano perdió la vida para darle juventud a un ser tan vil como usted? Las personas que se alegran del sufrimiento ajeno, y usted así se ha retratado, son inhumanos, viles, ruines y más epítetos, que no escribo por respeto”.