James Rhodes es sin duda uno de los fenómenos mediáticos del momento; personaje odiado y querido al mismo tiempo. El pianista, escritor, y divulgador musical llegó a Madrid en 2017 y, tras sufrir un súbito y enorme enamoramiento de España, se quedó a vivir. Y es que en España y en su gente ha encontrado sosiego para un durísimo pasado, cariño, olores y sabores que lo hacen sencillamente feliz. En ese embrujo fascinante y atracción amorosa con este país, Rhodes subraya la amabilidad, la cercanía y la cortesía. “La gente te dice hola en la calle”, es uno de las características del ser español que le han convencido que su futuro pasa por esta tierra y que su nacionalidad -en trámite ahora- será española o no lo será.

Ha sido esta una entrevista ambivalente. Fácil y compleja a la vez. Fácil porque James Rhodes, a pesar de sus compromisos, tiene tiempo para atendernos con amplitud y para hablarnos como él es, con naturalidad, sencillez y sinceridad. Compleja porque, aunque va mejorando muchísimo su español, de momento responde a las entrevistas en inglés y una vez realizada, le gusta corregir, matizar, destacar y que lo que ha dicho sea exactamente eso, lo que ha dicho. Ahora comprendo como una de las palabras que más le gusta del castellano es precisamente “tiquismiquis”.

Sus estudios musicales los inició con 14 años pero solo 4 años después dejó de tocar el piano y lo abandonó durante una década. Cuando volvió al teclado blanco y negro, su carrera fue meteórica con siete álbumes en su mochila profesional y actuaciones internacionales en los lugares más reverenciados por los amantes del piano. En su faceta de escritor ya lleva 3 libros y otro en cartera.

La descripción de Rhodes como pianista, escritor, y divulgador musical, estaría incompleta si no le añadimos la de “tuitero”. Una red, la de Twitter, donde ha encontrado un lugar para ensimismarnos con 280 caracteres con los que lo mismo elogia nuestra tierra y su gente, que ensalza los valores de nuestra gastronomía con la que vive un idilio casi místico, que nos hace reír con un humor de genio entre ácido e ingénuo o que lanza durísimos venablos envenenados contra los reaccionarios, xenófobos y homófobos. Definiría a Rhodes como un coleccionista de palabras y tacos en castellano. Los oye, reflexiona y los incorpora a su diccionario particular y habitual. Y a partir de ahí le oiremos como dice Éramos pocos y parió la abuela, chungo, perroflauta, mamarracho, mariposa, quisquilloso, mola ‘un huevo’, mátame camión, qué guay tío o jartible.

Y lo que hace desde Twitter, pero también en todo momento y lugar, es activismo puro y comprometido en defensa de la infancia, la gran misión de la que ha hecho parte de su vida por haber sufrido en primera persona las más graves vejaciones que un niño puede sufrir. Tanta y tan encomiable lucha como militante para una infancia segura ha logrado, sin quererlo ni buscarlo él, que una próxima ley para proteger a los niños y niñas se conozca popularmente por su nombre, la Ley Rhodes.

He aquí a un español que vino desde las tierras del Brexit, y mal que les pese a algunos, aquí se va a quedar para siempre. Con ello gana España, gana la cultura y ganan las nobles causas.

ELPLURAL: ¿Qué tiene una pieza al piano como 'La Chacona' de Bach en la versión de Busoni para salvar una vida con solo siete años?

James Rhodes.: Supongo que esa es la magia de esta música. No es algo tangible, va más allá de las palabras, incluso de los sentimientos. Para mí fue una llave que abrió una parte de mí que había estado completamente cerrada y en la oscuridad. Gracias a Dios, debido a que las otras partes de mi vida en ese momento eran tan desafiantes, finalmente encontré algo que me demostró, sin lugar a dudas, que había algo bueno en el mundo. Algo puro.

Mira mi cuenta de Twitter. Es increíble, puedo dar una opinión política bastante objetiva y encontrarme con comentarios como “ve a chuparle la polla a tu profesor de gimnasia, maldito judío rojo”. Pero ese es el mundo en el que vivimos”.

E.P.: Le oí decir en una ocasión que nunca ha conocido a alguien que no esté un poco loco y que todos tenemos algo de locura, ya que es la condición humana. Razonaba que “Todos estamos un poco locos, algunos más que otros, pero ahí surgen creaciones artísticas maravillosas, relaciones maravillosas, libros maravillosos...". ¿Piensa que esa reflexión puede ser usada en su contra por mentes estrechas y miopes?

J.R.: (Risas) Ese tipo de personas pueden usar cualquier cosa en mi contra. Solo mira mi cuenta de Twitter. Es increíble, puedo dar una opinión política bastante objetiva y encontrarme con comentarios como “ve a chuparle la polla a tu profesor de gimnasia, maldito judío rojo”. Pero ese es el mundo en el que vivimos. Yo también soy culpable, por supuesto. Todos hemos reaccionado en ocasiones de formas que después, más tranquilos, lamentamos. Lo que sí sé con certeza es que un poco de locura es algo realmente bueno. Como dijo Bukowski: “Encuentra lo que amas y deja que te mate”. Creo que si quieres tener éxito en algo tienes que estar un poco loco para hacerlo. Pero, de nuevo, todos estamos locos en un grado u otro. ¿Has conocido a alguien 100% cuerdo?

E.P.: Tras interpretar el Himno de la alegría antes del acto en el que Pedro Sánchez presentó el Plan de Recuperación de la Economía Española, recibió elogios y también críticas muy ácidas. Destaca la de Rubén Amón quien escribió que Rhodes "había hecho de telonero de Sánchez y profanado a Beethoven". Usted, que tocó gratis en ese acto, dijo que lo hizo para celebrar la puta tonelada de pasta que la UE entregará a España para ayudar a nuestro país a recuperarse" ¿Es España un país cainita o en el fondo da envidia -algo xenófoba- que un británico, llegado hace tres años a Madrid, participe en un acto oficial tan relevante y se meta en todas las televisiones de España?

J.R.: Comprendo totalmente la crítica. Hay muchísimos pianistas españoles que técnicamente son mucho mejores que yo. Entonces, por supuesto, habrá algunas personas que, con razón, pensarán que Sánchez podría y debería haber elegido un español. Habiendo dicho eso, él me lo pidió. Si el presidente de un país al que llamas hogar te pide que hagas algo, es un honor. No fue un video electoral, ni propaganda, ni apoyo abierto a un partido en particular. Fue una oportunidad para interpretar a Beethoven ante una gran audiencia (siempre es algo bueno), y también para celebrar algo en lo que creo con pasión: la unidad en tiempos difíciles.

Lo raro de Amón es que hace un tiempo escribió lo siguiente en El País: “La literatura corpulenta y descarada del autor se defiende por sí misma. ¿Y el pianista? Ha decidido uno resolver la duda lejos de cualquier espacio de sugestión, confiando el disco, sin informaciones añadidas, a un amigo que es, probablemente, el mejor pianista español de nuestro tiempo. Su veredicto se antoja inequívoco: "Este tío sabe tocar -así escribiría Rhodes- y tiene mucha personalidad. Me interesa". Y luego, inmediatamente después de que comenzara a involucrarme en política (con respecto a la nueva Ley de la Infancia), escribió exactamente lo contrario. Lo que hace que sea difícil tomarlo en serio.

Lo mismo pasa con El Mundo. El mismo periodista que escribió que soy “el gran divulgador actual de la música clásica” y “parte de una naturaleza que fascina a quienes acuden a sus conciertos”, escribió unos años después que soy “un pianista lamentable”. Flipo con la prensa aquí. Está tan claramente motivada políticamente que es imposible darle peso a gran parte de ella. El Mundo incluso escribió una vez que “a Rhodes lo violaron repetidamente durante su infancia y Bach lo salvó, pero ni siquiera esa experiencia límite lo convirtió en un músico excepcional”. Cuando hablé en los “Goya” sobre la grave injusticia de que las menores violadas de Baleares no fueran debidamente investigadas por el Gobierno (algo de lo que he hablado mucho en los medios y mis redes y que me horroriza), se rieron de mi acento y dijeron que no podían entender qué dije. Es un poco como una versión más mierda del Daily Mail pero con peor gramática.
Obviamente estoy hablando de casos muy específicos y concretos. Hay periodistas fenomenales aquí con mucha integridad -mirad El Periódico y el trabajo enorme que hicieron con Los Maristas por ejemplo-, pero sí, por supuesto, algunas personas pensarán que no merezco el éxito que tuve la suerte de tener. Y lo dicen muy abiertamente. Mientras tanto, seguiré actuando en algunas de las mejores salas de conciertos del mundo y disfrutaré de esa experiencia mientras ellos se vuelven más amargados y enojados: Haters gonna hate, musicians gonna play (Los que odian van a odiar, los músicos van a tocar).


“El problema con gente como Abascal es que los medios le empezaron a dar credibilidad. Le proporcionaron oxígeno y se convirtió en opción válida cuando sin los medios de comunicación, probablemente todavía estaría gritando y nadie le estaría escuchando”.

E.P.: Ha expresado enérgicamente su rechazo a "todo tipo de violencia inducida por el odio que es ansiosamente propagada por gente como Abascal y sus seguidores". Cree que tiene futuro la extrema derecha en España ¿Qué ve y oye en la calle?
J.R.: ¡Dios! ¡da miedo! Evidentemente, la extrema derecha tiene futuro en España. En todas partes, realmente. Mire Italia, Estados Unidos o el Reino Unido. Es interesante que muchos de ellos y sus partidarios se vean a sí mismos como una especie de guerreros y mártires de una causa noble cuando en realidad están simplemente asustados y enojados y buscan a alguien a quien culpar. También me preocupa la extrema izquierda, por supuesto. Como dijo Roosevelt, "todo movimiento de reforma tiene una franja lunática".

El problema con gente como Abascal es que los medios le empezaron a dar credibilidad y convirtieron su voz en legítima. Le proporcionaron oxígeno. Y por eso se convirtió de alguna manera en una opción válida cuando en realidad, sin los medios de comunicación, probablemente todavía estaría gritando sobre inmigrantes, gays y mujeres delante del espejo y nadie le estaría escuchando. El tipo ha mentido, manipulado, conmocionado y atacado simplemente para avivar el miedo y la ira. Casi la mitad de sus seguidores de Twitter son falsos (42% según una auditoría de SparkToro). Sus estadísticas están sesgadas o son mentiras descaradas. Su 'causa' es una farsa. Lo que es extraordinario es que, a pesar de que se lo han llamado en numerosas ocasiones, no parece haber ninguna diferencia. Los paralelismos con Trump son bastante sorprendentes.  

E.P.: Su libro, Instrumental, es un estremecedor relato de los tremendos abusos sexuales que usted sufrió de pequeño y las consecuencias físicas y psíquicas que le causaron. Si la música le salvó la vida y vivir en España le ha enseñado a disfrutarla hasta exprimirla, ¿el libro le sirvió para ajustar cuentas con la historia, su historia?  

J.R.: No. Ojalá hubiera sido una experiencia catártica pero no lo fue. Me hizo visible y tal vez lo compartí en exceso. Pero ya está hecho y demasiado tarde. La gente dice que "el tiempo cura todas las heridas", pero eso es una puta mentira. El único gran beneficio para mí es que esa visibilidad me ha permitido participar en llevar la Ley de Infancia al Congreso y lograr que los políticos hagan algo importante y que cambie la vida de millones de niños. Los niños no votan y no pagan impuestos. A menudo son invisibles para las personas en el Gobierno. Ya no.

E.P.: El otro día me decía un amigo que “estaba hasta las narices” de oír que la pandemia podría ser una oportunidad para el cambio. Yo le comenté que, en mi opinión, sí podía ser una oportunidad para transformar desde la terrible, y a la vez enorme, experiencia vivida y sufrida... y casi me deja de hablar ¿Con quién se alinea usted ¿con mi amigo o conmigo?

J.R.: Con los dos. Me sentí igual que ustedes en diferentes momentos de la pandemia. A veces lo veo como una especie de hibernación: una oportunidad para descansar, recuperarme, procesar cosas que necesitaban ser observadas, hacer yoga, meditar, escribir, practicar, etc. En otras ocasiones he querido tirarme por el balcón (como cualquier buen británico) y estaba tan deprimido que no podía levantarme de la cama. La verdad es que cualquier situación es una oportunidad para cambiar. Quizás va en contra de mi naturaleza intentar voluntariamente mejorarme, cuando es más fácil ceder al dolor y simplemente desmoronarme. Es muy interesante lo que sucede cuando me quitan mis distracciones habituales del trabajo y los viajes y me dejan cara a cara conmigo mismo. Y no es particularmente agradable.

E.P.: Me encanta una frase suya: "Quiero un pasaporte español. Me gustaría saber la diferencia entre ser y estar". Sus referencias a España son de un optimismo supremo y denotan un enamoramiento enorme ¿Qué es lo que ha encontrado en España para ese amor tan profundo?


“Estoy en el proceso de solicitar la ciudadanía y renunciaré la británica si todo sale bien. Felizmente, además. Hay una inmensa calidez aquí que se siente como un abrazo casi constante. Puedo respirar aquí. Puedo dejar de huir de mi pasado y vivir con tranquilidad.”

J.R.: Todo. Tengo un nuevo libro que saldrá a principios del próximo año que es, de hecho, una carta de amor a España. Incluso la Deep Spain (España profunda). He estado aquí el tiempo suficiente para ver también el lado más oscuro y no solo las partes brillantes y maravillosas. Y todavía ese sentimiento de amor, encontrar un hogar por fin y querer ser oficialmente español está conmigo. Estoy, mientras hablamos, en el proceso de solicitar la ciudadanía y renunciaré a la británica si todo sale bien. Felizmente, además. Hay una inmensa calidez aquí que se siente como un abrazo casi constante. Puedo respirar aquí. Puedo dejarlo ir. Puedo dejar de huir de mi pasado y vivir con tranquilidad. El simple hecho para mí es que todo está mejor aquí que donde he vivido en el pasado. La comida, el clima, la amabilidad, la gente, el ritmo de vida. ¿Hay problemas? Por supuesto. Política, económica y socialmente hay cuestiones graves, casi insoportables, que necesitan ser resueltas. Como las hay en todas partes. Pero es mi hogar. Lo amo. Estoy aquí para siempre… chim pum. Una de las cosas que más me ha sorprendido aquí es la cantidad de odio que muchas personas sienten por su país. Cada vez que escribo algo bonito sobre España en la prensa, hay comentarios tales como "espera, dale tiempo y querrás irte", "este país es una mierda", etc. Lo cual me parece asombroso. Ojalá pudieran ver España como yo la veo a ella.

E.P.: En su último libro, "Playlist: Rebeldes y revolucionarios de la música" no cita la palabra clásica, como si sobrase ese calificativo que lo aleja del pueblo. Usted defiende que su música sea accesible a todos y la ha llevado al Jardín Botánico o al Sónar. Pero la realidad es que hay un distanciamiento social ¿Está condenada a ser siempre un espacio para minorías y élites?

J.R.: Dios, espero que no. Es tan deprimente ver a la élite de la música clásica (la brigada clásica de la vieja escuela, que incluye a periodistas y otros pianistas) referirse a mí como 'peligroso', 'una amenaza', alguien que 'nunca toca nada bien', 'puro marketing' '. La verdad es que la audiencia habitual de los conciertos de música clásica suele ser rica y mayor de 50 años. Sin embargo, la música en sí es la música de la igualdad, la inclusión y la inmortalidad. Me siento muy afortunado de poder tocar para un público de 20 años, interpretar a Rachmaninov en La SER o Schumann en Late Motiv. Una vez más, siempre habrá quienes critiquen, y la crítica siempre es válida: debemos ser libres de decir lo que pensamos. Pero la idea de que muchas de estas personas se aferren a que la música clásica es un 'arte elevado' y está reservada para cierto tipo de público es una tontería.

“Pedro Sánchez ¿frío?: Ni de coña. Fue simpático y encantador. Y tremendamente alto. Escribo más sobre él en el nuevo libro… Si me dieran un euro cada vez que me llaman 'pijo progre' o 'el pianista de PSOE' podría jubilarme. No estoy alineado con ningún partido político”.

 

E.P.: ¿Qué percepción tuvo de Pedro Sánchez cuando lo recibió en La Moncloa? ¿Es tan frío como algunos le achacan?

J.R.: ¿Frío? Ni de coña. Fue simpático y encantador. Y tremendamente alto. Escribo más sobre él en el nuevo libro. Sin embargo, lo que sí quiero dejar claro es que hay una percepción de que estoy alineado con las ideologías y creencias del Gobierno actual. Si me dieran un euro cada vez que me llaman 'pijo progre' o 'el pianista de PSOE' podría jubilarme. La verdad es que no estoy alineado con ningún partido político excepto con 'el partido de los niños'. Habría conocido, trabajado y apoyado a cualquier político que estuviera en condiciones de implementar la nueva ley de protección infantil. Esa es la única razón por la que me involucré en política aquí. Me ha costado más de lo que te imaginas. La gente dice que los músicos o los extranjeros no deberían tener opiniones políticas ni involucrarse en política aquí. Mi respuesta a eso es que más de la mitad de todas las agresiones sexuales denunciadas a la policía son contra niños. Más de la mitad. Y si tengo la oportunidad de cambiar eso, de proteger a los miembros más débiles y vulnerables de nuestra sociedad, no lo dudaría. Si Rivera, Casado o incluso, Dios no lo quiera, Abascal, hubieran estado en Moncloa, habría hecho exactamente lo mismo.

“Estoy feliz de compartir mis pensamientos sobre VOX y el ascenso de la extrema derecha... Sería fácil quedarme callado, concentrarme en mi piano y evitar discutir en público. Pero si uno no se pronuncia contra el fascismo, la xenofobia, la violación infantil, la homofobia y el sexismo, lo respalda”.

E.P.: Le confieso, James, que conozco gente que le admira mucho. Está delante de uno. Pero también le revelo, algo que además sabrá muy bien, que hay sectores que le odian. Usted me recuerda a un amigo, también británico y también español, Ian Gibson, que igual que usted genera controversia negativa en su contra y pasiones ¿A qué lo atribuye?

Supongo que a algunas personas les gusto y otras creen que soy un gilipollas. Es normal, ¿no? pero también, a la política. Nunca he vivido en un país de más blanco o negro, más dividido. Estás a la derecha o a la izquierda. Parece que no hay nada en el medio. Pago impuestos aquí, hago todo lo que puedo para ayudar a la gente y devolver lo que me han dado tan gratuitamente aquí. Quiero contribuir de la mejor manera posible. También estoy feliz de compartir mis pensamientos sobre VOX y el ascenso de la extrema derecha. Eso, por supuesto, generará muchas opiniones sólidas. Sería fácil quedarme callado, concentrarme en mi piano y evitar discutir temas difíciles en público. Pero, al menos para mí, si uno no se pronuncia contra el fascismo, la xenofobia, la violación infantil, la homofobia y el sexismo, de alguna manera, lo respalda. Mi gran consuelo es que si estoy molestando al tipo de personas que responden (con una frecuencia alarmante) con 'vete a tomar por culo a tu país' o 'disfrutaste que tu profesor de gimnasia te follara, pedazo de mierda', entonces estoy haciendo algo correcto.

E.P.: Por ultimo, un test rápido para que me conteste con una sola frase

-Si yo le digo Trump ¿usted qué me dice?: Que Dios nos coja confesados

-¿Si le digo tortilla de patatas y croquetas?: Desayuno comida y cena

-¿Y alitas de pollo al estilo Kentucky Fried Chicke?: Popeye es mejor y no llena los bolsillos de la familia de Rocío Monasterio.

-¿Si le digo Isabel Díaz Ayuso?: Una amenaza más peligrosa para Madrid que el propio virus.

- ¿Qué le sugiere Brexit?: Una de las muchas, muchas razones por las que me fui de Inglaterra.

-¿Y qué le ocurre si le digo ¡Soy un tiquismiquis!?: Bienvenido al club.

-¿Si le espeto Beethoven?: El puto amo.

-¿Y si le digo España?: Hogar, amor, seguridad, mí para siempre.

-Y lo último se lo digo yo: "Gracias James, gracias. Y mucha suerte tío, molas un huevo.

Algunos de sus Twitter y frases:

-Sobre el Brexit: “Es como si todo el mundo en RU estuviera haciendo balconing, tirándose por los balcones”.

-Gastronomía española: “Españoles, la merienda os hace superiores”.

-A Ayuso:- “Desde mañana podrás llegar a Madrid desde Berlín pero no desde Parla. Gracias por el caos, Pedro Sánchez. Su contestación fue: “Ahora mismo quién carajo querría llegar a Madrid desde Berlín. Gracias por el caos”.

-A Rocío Monasterio (VOX): “Pues, aparentemente la franquicia de KFC aquí es propiedad de la familia de Rocío Monasterio. No volveré a comerlo nunca”.

- Tapas: “Ayer estuve en un bar que tenían toda clase de bebidas y de tapas ¡Qué barvariedad!

- Sobre los ultras: “VOX nos ha dado nuestra primer aviso (¿estamos todos debidamente aterrorizados?).

-Polémicas: “Pérez-Reverte es la reencarnación de Franco y Cavadas se ve un poco raro. ¿Me he perdido algo más?”.

-Su nuevo país: “En España, por primera vez en mi vida, siento que he encontrado mi hogar”.

-Y por último… lo ha bloqueado Perez-Reverte