La derecha mediática parece haberse congregado para que el “error” del PP respecto a la reforma legal que rebaja las condenas a presos de ETA quede renegado a un segundo plano. Periódicos y televisiones conservadores han desplegado todo su arsenal contra Begoña Gómez y traído a colación el caso Koldo, mientras invitan a platós a antiguos rostros del PSOE -ahora detractores del partido-como Felipe González o Alfonso Guerra.

Basta con echar una ojeada a la prensa afín a la derecha para cerciorarse de que, si bien parte de ella habla del debate del Congreso que tuvo lugar el pasado jueves -en la teoría centrado sobre inmigración; en la práctica focalizado por parte de los populares en la exenta banda armada- no es lo que más destaca en sus páginas principales.

Por el contrario, culpas a Moncloa por “frenar el avance de casos como el de Begoña Gómez” o más píldoras sobre la trama Koldo resaltan en los medios históricamente afines al Partido Popular. A ello hay que sumarle que el expresidente del Gobierno -Felipe González- y el exvicepresidente -Alfonso Guerra- han acudido esta mañana a la vez a Espejo Público o que anoche, horas después de la sesión, Vicente Vallés dedicó quince minutos de los informativos de Antena 3 a hablar sobre ETA.

Feijóo, más exaltado que nunca

El comportamiento de Feijóo en la Cámara Baja da buena cuenta de la situación por la que pasa su partido, inmerso en una crisis interna que desde dentro niegan y por la que, dicen, nadie va a perder su puesto.

El PP es consciente de que se ha equivocado. Y su error, que ha marcado la agenda de la semana, aunque la actualidad iba a ser otra, solo puede significar dos cosas: que no leyeron el documento o que lo leyeron y, aún así, decidieron dar luz verde.

Sea como fuere, el despropósito forzó que los populares desviaran la atención del tema para el que habían venido a hablar: la migración. Fue en las palabras de su líder donde mejor quedó reflejada su incompetencia.

El responsable del PP se enrocó en ETA -más de lo habitual- mientras su partido montó un show trayendo al hemiciclo a Marimar Blanco, hermana de la víctima de ETA Miguel Ángel Blanco. En sus palabras, Feijóo reconoció el fallo -así es como lo definen ellos- de su formación, asumiendo que “muchos españoles se sienten decepcionados” con su grupo y que “tienen razón”, pero cargando toda la culpa sobre el Ejecutivo de Moncloa hasta el punto de dar a Pedro Sánchez “cinco días” para retirar la ley. “Tiene hasta el 14 de este mes, si le queda un mínimo de conciencia”, esgrimió

El político del PP quiso distinguir entre el “error” y la “bajeza moral” del Gobierno. “Señorías del PSOE, si no retiran la ley, ya pueden disfrutar de esta victoria miserable, pero no vuelvan a dar lecciones. Ahí se quedan para siempre, con el aplauso de Otegi, de Txapote y de los demás. Quédense ese aplauso y esos seis votos”, lanzó.

La banalización de los  populares fue más allá cuando los diputados del partido Miguel Tellado y Cuca Gamarra enseñaron desde su bancada la fotografía de varios cargos socialistas víctimas de la banda armada, obviando que uno de ellos -Juan Priede- fue excarcelado durante el gobierno de José María Aznar.

No puede dar marcha atrás

Ni PP ni Vox se opusieron en ningún momento a la enmienda, hasta el punto de que se aprobó por unanimidad en el Congreso y no se frenó hasta su llegada al Senado, donde el PP disfruta de mayoría absoluta.

Pero por mucho que los populares hayan paralizado también esta semana la entrada en vigor de la ley, el Ejecutivo ha confirmado que no retirará la iniciativa, por lo que quedará otra opción que su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) a la vez que se aprobó por unanimidad en el Congreso y no recibió enmiendas.

En otro orden de cosas, cabe destacar que se trata, como explicó la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, de “una trasposición de una normativa europea al estado español”. Esto significa que aunque la derecha posponga la votación, la normativa saldrá adelante dado que durante su recorrido por la ponencia la Comisión y el Pleno del Congreso han recibido el apoyo de todos los grupos por unanimidad. Es decir, que la Cámara Alta no tiene capacidad para tumbarla, si acaso para retrasarla.