Un viejo vídeo protagonizado por Tony Leblanc se viraliza tras reaparecer en redes, justo cuando algunos seguidores más incondicionales de Torrente comenzaron a sentirse identificados con el personaje más radical de la saga. En la grabación —rescatada después de que la reciente parodia política provocara indignación entre ciertos sectores ultraconservadores— el actor ofrece una reflexión clave sobre el humor y la intención de su icónico personaje interpretado por Santiago Segura.

Un video que sacude el tablero cultural

La viralización del vídeo ha caído como una bomba en redes y grupos de debate cultural. En la grabación, Tony Leblanc comparte su visión sobre el personaje creado por Santiago Segura: no es un héroe, ni siquiera un antihéroe digno de emular. Torrente es, según él, precisamente aquello que “no hay que ser”. Este mensaje enfatiza que el humor debe provocar risa y reflexión, no exaltación—y rompe en mil pedazos cualquier lectura literal por parte de quienes ven en el personaje un espejo de sus convicciones.

El debate reapareció en el contexto de un episodio polémico en la última entrega cinematográfica, cuando un gag contra Vox despertó reacciones extremas entre seguidores del partido. Algunos fueron incapaces de captar que Torrente, con su machismo, racismo y homofobia caricaturesca, no era un referente, sino todo lo contrario. Fue el momento justo en el que el resurgimiento del fragmento con Leblanc se volvió especialmente significativo: una bofetada irónica al clímax de la identificación equivocada.

Humor grotesco como herramienta crítica

Tony Leblanc llevó una carrera multifacética en el cine español, con una versatilidad que cruzó género, época e intenciones. En aquella entrevista, el veterano actor recordaba que él mismo, al conocer el proyecto de Torrente, confesó sentirse reticente, precisamente por el desafío ético que implicaba representar un personaje tan repulsivo. Pero entendió que la exageración podía ser una gran herramienta: el ridículo sirve para mostrar lo absurdo de ciertos comportamientos. No es un modelo, sino una advertencia hecha comedia.

El humor, sin contexto crítico, puede convertirse en espejo de lo criticado. Torrente pasa de ser una parodia a ser un ícono perverso, cuando ciertos sectores prefieren verse retratados como si fuese un modelo de conducta. El fragmento con Leblanc detiene la lectura ideológica y refuerza el soporte moral de la creación: sin conciencia crítica, la sátira pierde su efecto y se vuelve trampa.

Ni Santiago Segura ni nadie vinculado al personaje dieron una respuesta pública tras la viralización del vídeo, pero acaso ya no sea necesario. El peso de las palabras de Leblanc habla por sí mismo. En esta era hiperconectada donde todo fragmento puede ser reinventado, el silencio —o mejor, el regreso a las intenciones originales— puede ser el mensaje más contundente.

Este acontecimiento demuestra que el humor tiene poder crítico, siempre que se preserve su contexto. Torrente ya no es solo una comedia, sino un símbolo que muestra cómo la cultura popular puede ser truncada en manos de quien no sabe ver más allá del personaje. Gracias a la voz de Tony Leblanc, hoy podemos recuperar el mensaje original: Torrente no es un espejo de quienes lo ven, sino el absurdo a desenmascarar.

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