Ya no sorprende. Durante la Feria de la Virgen de San Lorenzo, un espectador interrumpió la faena de Marco Pérez con un grito contra Pedro Sánchez, y la plaza respondió entre risas y aplausos. Escenas como esta, que hace unos años habrían parecido un exabrupto aislado, se han convertido en costumbre en los cosos españoles, donde los ataques al presidente del Gobierno encuentran terreno fértil.

La tarde había reunido a figuras destacadas como Roca Rey, pero fue el joven torero salmantino, de apenas 16 años, quien concentró la atención en la plaza del Paseo de Zorrilla. En el momento más solemne de la faena, cuando el torero se disponía a ejecutar la suerte suprema, alguien rompió el silencio con un grito seco: “¡Piensa que es Pedro Sánchez!”. Una frase que, lejos de pasar desapercibida, fue recibida con aplausos y carcajadas de parte del público, aunque también hubo tímidas voces que pidieron silencio.

La escena resultó llamativa no solo por la falta de respeto hacia el ritual taurino, donde la suerte suprema se considera un instante casi sagrado, sino porque volvió a dejar al descubierto cómo la crispación política se cuela con naturalidad en los espacios más diversos. El ruedo, símbolo de tradición para muchos, se ha convertido en los últimos años en altavoz de proclamas políticas que encuentran eco entre sectores de público entregados a la burla y al señalamiento.

Mientras tanto, Marco Pérez siguió adelante. Mató al toro, recibió una oreja y fue despedido entre ovaciones de “torero, torero”. El incidente no empañó su actuación, pero sí proyectó un mensaje incómodo: la normalización de un discurso que traslada al coso la confrontación que ya domina tertulias, redes sociales y el Parlamento.

Los insultos a Pedro Sánchez ya forman parte del paisaje en los ruedos

No es la primera vez que ocurre algo similar. En distintas plazas españolas, tanto en corridas como en festejos populares, se han repetido los gritos ofensivos contra el presidente del Gobierno. Durante la Feria Taurina de Albacete 2025, en la sexta corrida de abono, se coreó con nitidez “¡Pedro Sánchez, hijo de puta!” desde varios sectores de los tendidos. En Pamplona, en la corrida del día de San Fermín, también se escucharon insultos similares contra Sánchez, junto con gritos contra el alcalde, en un ambiente que ya de por sí es festivo pero cargado de ritual y tradición. En Melilla, la coportavoz del PSOE local denunció lo ocurrido en otra corrida: cánticos e insultos al presidente que, dijo, no representan el sentir de la mayoría de la ciudadanía.

Lo que hace unos años habría sido considerado una excentricidad de un puñado de individuos ha ido dejando de ser la excepción para pasar a formar parte del paisaje habitual en los cosos españoles. Gritos, pancartas o cánticos contra dirigentes políticos —especialmente de la izquierda— se propagan sin que haya una reacción unánime que los reprima o los sancione más allá de las declaraciones de los partidos afectados. Este fenómeno refleja una normalización de la confrontación verbal en espacios que, por su solemnidad o tradición, exigían respeto. Que se utilice el nombre del presidente como diana política dentro de un espectáculo —la corrida— que oficialmente se vende como pura liturgia cultural o artística, revela cómo la polarización penetra en cada vez más ámbitos de ocio, tradición e identidad social, desdibujando la frontera entre lo político y lo ceremonial.

Súmate a

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio