En un momento en que el periodismo atraviesa turbulencias –entre bulos, polarización y una crisis de confianza– emerge con fuerza la voz irreverente, lúcida y siempre crítica de El Gran Wyoming. Con más de cuatro décadas de trayectoria que abarcan desde la medicina, el rock, la comedia, el cine, la televisión y la escritura, el presentador se erige como una de las figuras más combativas de la pequeña pantalla. Recientemente, el madrileño subía al escenario del Gran Teatre del Liceu de Barcelona para recoger el Premio Ondas a Mejor Comunicador en televisión y, en ese momento, se acordaba de las amenazas que acechan al sistema democrático y tenía un especial recuerdo para los profesionales de la información "que están siendo señalados por desenmascarar mentiras". En una entrevista con ElPlural.com en el marco del Atresplayer Day, el presentador reflexionó sobre el acoso a periodistas o la creciente desinformación en la pequeña pantalla.

Pregunta: En tu discurso en los Ondas mandabas un mensaje a los periodistas comprometidos con la verdad. ¿Crees que tanto esta profesión como la democracia están en peligro?

Respuesta: Bueno, es que la democracia va de la mano de la información. No puede existir democracia sin información. La gente quiere saber dónde está, qué está ocurriendo. En primer lugar, creo que la democracia no es un sistema electoral, es un sistema moral. Entonces, para tener acceso a un voto coherente, tienes que saber qué está pasando. Por ejemplo, lo que ha pasado en Estados Unidos es terrible. A través de bots y sistemas de difusión y de difamaciones, hay candidatos que no reciben el voto que merecen porque se les ha difamado simple y llanamente. Y esto está ocurriendo.

También pasó con el Brexit, que ganó por muy poco margen, pero luego se demostró que la mayoría de las cifras que dieron los que ganaron eran radicalmente falsas. Y dicen que no pasa nada. ¿Cómo que no pasa nada? Algo tenemos que decir los profesionales de la comunicación. Yo desde luego lo digo. Si dependiera de mí, ese referéndum lo hubiera invalidado, porque no puedes decir que se pierden al año 400.000 millones de euros y que sea radicalmente mentira.

De mí han dicho que si era cocainómano, que si traficaba... Estas cosas no deberían ocurrir. Yo vivo solo de mi credibilidad, por lo que no se puede amartillar así. Hay argumentos para echarme para abajo mucho más coherentes.

(P): En los Ondas también comentaste que El Intermedio llevaba veinte años sin haber contado una sola mentira. Sin embargo, parece que cada vez hay más bulos en televisión. ¿Qué crees que está pasando para que eso se permita?

(R): En primer lugar, se intenta confundir a la gente con lo que es un error y lo que es una mentira. Yo me puedo equivocar. Hay una sección en el programa que recoge mis errores, y es diaria y siempre hay un montón de cosas en las que yo me equivoco. Pero una cosa es estar equivocado y otra cosa es mentir. Hay muchos profesionales que dicen que la verdad es subjetiva y que depende... Yo creo que un profesional que no sepa distinguir la mentira de la verdad debería dedicarse a otra cosa. Para mí es evidente, pero lo es desde que tenía tres años. Además, estoy seguro de que esos mismos profesionales que no distinguen la verdad de la mentira, sí distinguen cuando hablan con sus parejas. Y estoy seguro de que a sus hijos no les dicen eso. No les dicen: "Hijo mío, la verdad no existe". Sí que existe. Les enseñan que mentir está feo. Que se lo apliquen.

(P): En este contexto de desinformación, ¿crees que un programa como El Intermedio es aún más relevante a día de hoy que cuando arrancó hace casi veinte años?

(R): Sí, aunque nosotros estamos mirados con lupa. Yo he tenido que ir dos veces a juicio por cosas que no habían ocurrido. Esto es indicativo de la calidad del programa: si cuando yo he tenido que ir ante un tribunal era por cosas que no habían pasado, significa que el resto está todo bien. Para mí es la prueba del algodón.

Por otro lado, les hace mucha gracia que yo me suba allí porque luego, en realidad, la noticia es que hemos tenido que ir dos veces, pero en ambas no ha habido ni sentencia porque en el propio juicio se ha visto que era una estupidez. ¿Y por qué lo acepta el juez? Bueno, pues para que te des el paseo y los medios saquen tu foto entrando en el juzgado. Eso es todo.

(P): ¿Cómo valoras la batalla que está teniendo lugar en el access?

(R): Nosotros somos como el pueblo de Astérix. Entonces, estamos ahí en un reducto. Somos un programa complementario. No competimos. Y, bueno, pues ahí está. Tenemos una audiencia... No somos el maillot amarillo, sino que estamos en la mitad del pelotón.

Llevamos veinte años en prime time y, con el contenido que hacemos, es completamente inaudito. No ha pasado nunca. Los formatos que se suelen vender en prime time podrían llamarse 'Cómo perder una hora en una hora'. En cambio, nosotros metemos contenido. Incluso otros programas ahora meten contenido. Pero cuando en las productoras te ofrecen un programa en prime time, siempre te dicen lo mismo: "La gente viene muy cansada. No quieren problemas. Lo que quieren es relajarse". Pues este programa es todo lo contrario, y demuestra que la gente también quiere saber.

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