Esta semana en Operación Triunfo 2025 no la ha marcado un pase de micros ni una decisión del jurado, sino un monólogo a corazón abierto. Salma de Diego, una de las concursantes más carismáticas de la edición, dedicó varios minutos en la Academia a explicar —con datos, rabia y humor— por qué el feminismo sigue siendo necesario y qué está fallando en el debate público. “Lo que defiende el feminismo es esto, la igualdad… hay tantas personas que creen que el feminismo es hembrismo y no es verdad”, dijo ante sus compañeros, en un fragmento ya masivamente compartido en X y TikTok. “¿Lee un puto libro, Manolo?… Ni una más ni una menos”, remató, entre la risa nerviosa y el hartazgo generacional que tantos espectadores reconocieron como propio.

El alegato arrancó desde una idea incómoda para la conversación polarizada de hoy: el machismo no solo golpea a las mujeres; también impone corsés a los hombres. “La propia víctima también es el hombre… ‘los hombres no lloran’… que el tío tiene que ser un ‘destroyer’… es agotador cumplir esas expectativas”, razonó, conectando su reflexión con una crítica a la industria del contenido que trivializa la discusión con tópicos y pseudociencia. “La desinformación que hay… la cantidad de bulos… personas que se hacen llamar periodistas que inventan mierda… con la excusa de la libertad de expresión”, lamentó.

En el centro de su tesis, Salma se agarró al terreno empírico para desmontar los ‘peros’ de manual: “Hay una abismal cantidad de cifras en las que se demuestra que la violencia física, sobre todo, la inmensa mayoría es de hombres hacia mujeres… estadísticamente hay un claro villano y una clara víctima”, subrayó, para inmediatamente precisar que eso no implica criminalizar a todos los hombres ni reducir a todas las mujeres a víctimas. El matiz -tan ausente en la batalla cultural y tan presente en su exposición- explica buena parte del eco que tuvo su intervención.

El discurso, que sus compañeros siguieron en silencio y con asentimientos, también impactó por su tono pedagógico y su capacidad para señalar el elefante en la habitación: los contenidos virales que normalizan relatos de “alto valor” masculino y sermones sobre el “deber ser” femenino. “De hoy cualquiera puede tener un puto podcast… hablando de que es un hombre de alto valor y una mujer de alto valor…”, ironizó, antes de desmontar con humor la metáfora misógina de la “llave maestra y el cerrojo”.

Un espejo para la audiencia joven

OT siempre ha sido un termómetro de la conversación social. Hubo ediciones atravesadas por debates sobre censura, autoría o precariedad musical. En 2025, con plataformas desbordadas de opinología y podcasts “de alto valor”, que una concursante plante cara desde dentro del fenómeno tiene valor cívico. No se trata de convertir el plató en un mitin, sino de recuperar la palabra “igualdad” de las garras del ruido. Salma lo hace, además, evitando la trinchera: reconoce el sufrimiento masculino por roles imposibles, recuerda la asimetría estadística de la violencia y se burla del machismo con ejemplos que desactivan sus metáforas favoritas. “Mientras siga habiendo discursos de mierda que nos dicen cómo vestirnos o comportarnos, hace falta feminismo”, zanja en uno de los pasajes más contundentes.

Lo que ocurra en la próxima gala -si el público salva a Salma o a Max- dirá mucho sobre la temperatura de la edición. Pero el impacto de su discurso ya está ahí: un recordatorio, en prime time, de que la batalla por la igualdad también se libra en los escenarios pop, entre ensayos, pases de micros y votaciones diarias desde el móvil. Y, a veces, una frase lanzada “en confianza” a cámara mueve más conciencias que cien tertulias en prime time. Que tomen nota quienes aún repiten que “ya no hace falta feminismo”. 

Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes

Síguenos en Google Discover