Hombres y mujeres trajeados y misteriosos, pinganillos, secretos y encuentros en lugares de alto nivel. A priori, son algunos de los conceptos que entrarían en el ideario popular a la hora de pensar en el CNI. Sin embargo, El Centro llega para desmitificar por completo a los espías españoles. Una serie concebida como un thriller, pero que pretende escapar de los clichés perpetrados por James Bond o Tom Cruise en Misión Imposible, y, sobre todo, que se adelanta a los movimientos del tablero geopolítico.

Para poner en contexto, la trama arranca con un asesinato que destapa una operación internacional de los servicios de Inteligencia rusos. Así, los miembros del CNI, encabezados por Juan Diego Botto, comenzarán una carrera contra el cronómetro cuya meta es desmantelarla. Sin embargo, tendrán que tener cuidado con un traidor que se encuentra entre sus filas.

Su creador, David Moreno, asegura que pese a que "existe mucha tradición" en lo que a producciones de espías se refiere, en España, "no se había puesto en primer término". Así, decidieron alejarse de lo "americanizado" y adoptar la narrativa a lo nacional. Y si hablamos de espías españoles, el CNI es el mayor ejemplo. 

Moreno y el director, David Ulloa, siempre tuvieron claro que querían buscar un "hecho diferencial", que encontraron en la "realidad". Entre los distintos "retos" que comenzaron a afrontar, subrayan la manera en la que la trama va hallando su desenlace: "No se resuelven las cosas desde los medios habituales del thriller, sino desde el diálogo". Por ello, era esencial que, pese a ser una serie "muy hablada", se mantuviera "el pulso y no se perdiera el atractivo". 

Ambos querían dotar a la trama y sus personajes de un telón de fondo alejado de la ficción, que no haga olvidar el mundo cruel y "sin normas" en el que vivimos: "Durante el desarrollo vivíamos siempre en un sinvivir, porque íbamos abriendo el periódico y diciendo: 'hostia, qué pasa hoy'. La realidad está yendo a una velocidad increíble y realmente puede aplastar a la ficción, pero es el mundo en el que estamos", cuenta Moreno.

Así, la serie de Movistar Plus+ se encuentra plagada de "referencias reales": "Lamentablemente, nos hemos inspirado en la actualidad". Además, terminaron actuando como una suerte de visionarios: "Arrancamos la serie en El Salvador. Cuando nosotros empezamos a escribir el guion, realmente El Salvador no tenía ni de broma la presencia que ha tenido en los últimos meses. Ese ha sido parte de nuestro curro, el adelantarnos en cierto modo, el leer entre líneas".

Los protagonistas deberán desmantelar una conspiración liderada por el enigmático agente ruso Volkov, figura que tampoco es casual: "Hay una infinidad de documentales que hablan de cómo se las gastan los rusos. Es un poco aterrador, pero es así, todo eso realmente existe", dice Moreno. "A priori, cuando lees el guion, precisamente por los convencionalismos de las películas de los 80 o de la Guerra Fría, dices 'uy, rusos, cliché', pero así era. Los rusos estaban bastante olvidados y en los últimos años hemos visto que nunca se fueron", añade el creador.

Desmontando la figura del "señor con traje que toma Martinis agitados"

La productora logró que el CNI abriese sus puertas al equipo para que pudieran plantear algunas preguntas. La prioridad de David Ulloa era no ser "peliculero" y dotar a la historia de un "naturalismo muy local". Es decir, como traslada Botto, "contar una historia muy de aquí y nada embellecido o americanizado".

En este sentido, resultaba esencial desmitificar a los miembros del CNI. "Que un señor vaya saltando de edificio en edificio y salvándonos de bombas atómicas, no te puedes ver muy reconocido en él", explica Moreno. "A mí me gustaría saber si Tom Cruise, en Misión Imposible, también va a un supermercado y elige la marca blanca o no", añade Ulloa. 

Cuando los servicios de inteligencia españoles les recibieron, los actores pudieron comprobar la "cotidianidad total" que allí reina: "Uno tiene esta fantasía de un señor con traje y tomando Martinis agitados. Sin embargo, son señores que se toman su cortado con churros y te los encuentras en el bar o en el metro", explica Botto. 

"Encontramos ganas de contar cómo son ellos, la parte más humana que nosotros podemos interpretar", añade Clara Segura. "Nos permitieron ver, alejarnos del arquetipo y de los clichés", dice Israel Elejalde, que asegura que preguntaron "preguntas personales" que les permitieran "desbloquear una humanización".

Así, los actores, como cuenta Elisabet Casanovas, les permitió "mirar por la mirilla de la realidad": "Dices: 'es que esta gente vive aquí, es que a lo mejor el vecino con el que te tomas las cañas es del CNI". 

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