Este año, con la vuelta al cole estrenaremos más que mochila y estuche de lápices de colores [suponiendo que no hayan sido desplazados por las tabletas]: estrenaremos telescopio. No está nada mal, sobre todo si pensamos que ha costado 25 años y diez mil millones de dólares. No, no es nuestra sección, esta sale más baratita y la hacemos sobre la marcha.
El James Webb Space Telescope [o JWST, si prefieres] se subirá a la europea Ariane 5, que lo llevará a diez mil kilómetros de distancia en media hora. A partir de ahí, comenzará su viaje en solitario, durante 29 días hasta situarse en órbita en el espacio, a 1,5 millones de kilómetros de donde estás ahora mismo. Y, en principio, nunca más tendrá contacto físico con un ser humano.
El James Webb Space Telescope es mucho más sensible que el Hubble
Una misión única
Su misión durará entre cinco y diez años. Para que pueda superar las dificultades de semejante viaje, ha sido construido con berilio recubierto de oro. Es mucho más sensible que el Hubble, cuyos descubrimientos espera completar, cubre una longitud de onda mayor y su sensibilidad también es superior.
Esas ondas más largas le permitirán mirar con su espejo principal de 6,5 metros y sus sensores infrarrojos más de cerca que nunca al origen del universo y del tiempo. Se espera que sea capaz de ver, por primera vez, la formación de las primeras galaxias y observar las nubes de polvo en las que se están formando sistemas planetarios ahora mismo.
Se espera que ofrezca información sobre la evolución de las galaxias, el nacimiento de las estrellas y la formación de los sistemas planetarios
En busca de vida
También se espera que encuentre claves sobre cómo han evolucionado las galaxias desde su formación hasta la actualidad; el nacimiento de las estrellas desde las etapas más tempranas de la formación de sistemas planetarios; y que mida las propiedades físicas y químicas de estos, incluido el nuestro, con el objetivo de investigar el potencial para la vida en ellos.
Está equipado con una cámara infrarroja con un rango de longitud de onda entre 0,6 y 5 microns y otra con un rango entre 5 y 28 microns. La primera detecta la luz de las estrellas más antiguas y galaxias en proceso de formación, las estrellas de galaxias cercanas y las más jóvenes de la Vía Láctea y el Cinturón de Kuiper. La segunda es sensible a la luz de las galaxias lejanas, estrellas que se están formando y cometas poco visibles, así como objetos del Cinturón de Kuiper. Desde la NASA prometen imágenes todavía más espectaculares que las del Hubble.
También cuenta con coronágrafos que permiten observar y fotografiar objetos que rodean a otro muy brillante, como los sistemas estelares. Bloquean la luz de la estrella para mostrar los cuerpos más oscuros. Algo así como hacer visera con la mano para que el Sol no te deslumbre y poder ver mejor.
Al estirarse el espacio, también se estira la luz hacia rangos mayores de longitud de onda
Desplazamiento al rojo
Si te estás preguntando por qué cámaras infrarrojas en lugar de las “normales”, se debe a un fenómeno denominado “desplazamiento al rojo”. Te lo vamos a explicar, para que puedas dejar a tu cuñado a la altura del betún en la próxima paella o para que presumas en el chiringuito.
La teoría de la Relatividad de Einstein explica que la expansión del universo significa que es el espacio entre los objetos el que realmente se expande, lo que hace que las galaxias se distancien unas de otras. Pero la luz que hay en ese espacio también se estira y su longitud de onda se desplaza hacia rangos mayores, hasta convertirse en infrarroja.
Te creamos una imagen mental, que estas cosas siempre funcionan mejor: imagina que tienes la toalla en el suelo, pero está arrugada. Y, encima de ella, tienes el cable de los auriculares del móvil, también encogidos. Al estirar la toalla, el cable también se estira [bueno, a lo mejor el tuyo no, pero te haces una idea]. Pues es algo similar.
Por eso, el JWST nos va a permitir ver el pasado hasta donde nunca habíamos mirado. Y aquí es cuando tú dices: un momento, un momento, los satélites COBE y WMAP han captado la firma de calor dejada por el Big Bang alrededor de 380.000 años después de que sucediera. Sí, pero lo hicieron con microondas, sobre todo porque en ese momento el universo era un lugar bastante oscuro, porque no había estrellas ni galaxias todavía.
Hasta que a los protones, neutrones y electrones que nadaban en la sopa caliente que era el universo en su origen no les dio por combinarse en átomos de hidrógeno y después de helio, la luz no pudo volar libre. Unos cientos de millones de años después, nacieron las primeras estrellas y se acabó la edad cósmica oscura. Pero todavía no sabemos cuándo se formaron. Esperemos que el Webb arroje un poco de luz sobre este misterio [perdón por el chiste fácil].