El 22 de marzo, el Día Mundial del Agua se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre el valor de un recurso esencial y, a la vez, amenazado. En 2025, las Naciones Unidas ponen el foco en la conservación de los glaciares, cuyo deshielo acelerado está alterando el ciclo del agua, generando fenómenos extremos como sequías, inundaciones y un aumento del nivel del mar. La criosfera, esas áreas del planeta donde el agua permanece en estado sólido, ha perdido en promedio 87.000 km² por año desde 1979, y los glaciares más emblemáticos de España, como los del Aneto y Monte Perdido, podrían desaparecer en los próximos 15 años si no se toman medidas urgentes.
Un glaciar es una gran masa de hielo que se forma por la acumulación y compactación de nieve durante miles de años. Su papel es clave en el ciclo del agua, ya que funcionan como reservas naturales que liberan agua de forma progresiva, regulando los caudales de los ríos y garantizando el suministro hídrico en épocas de sequía. Sin embargo, el cambio climático está provocando su desaparición a un ritmo sin precedentes.
En España, los glaciares más importantes se encuentran en los Pirineos, donde la pérdida de hielo ha sido alarmante en las últimas décadas. El Glaciar del Aneto, el mayor del país, ha reducido su superficie en más del 60% desde 1980 y podría desaparecer en los próximos 15-20 años. A poca distancia, el Glaciar de Monte Perdido, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, sigue la misma tendencia, con una degradación acelerada que lo deja al borde de la extinción. En 2011, había 24 glaciares en los Pirineos, pero hoy solo quedan 15, y los expertos advierten que la completa deglaciación de la cordillera podría producirse en menos de 50 años.
El retroceso de los glaciares está estrechamente vinculado a las emisiones de gases de efecto invernadero, que han acelerado el calentamiento global de manera crítica. Incluso en un escenario optimista de reducción de emisiones, los científicos estiman que la masa glaciar del planeta disminuirá un 25% para 2100. En el peor de los casos, la pérdida podría alcanzar el 54%, con efectos devastadores en todo el mundo.
Uno de los impactos más directos del deshielo es la pérdida de reservas de agua dulce, fundamentales para el abastecimiento de millones de personas y para sectores clave como la agricultura, la industria y la producción de energía hidroeléctrica. Además, la alteración del ciclo del agua provoca cambios drásticos en los ecosistemas, afectando a especies que dependen de estos entornos fríos para sobrevivir.
El aumento del nivel del mar es otra de las consecuencias más preocupantes. La fusión del hielo contribuye a que el océano gane terreno, poniendo en peligro zonas costeras y pequeñas islas. En España, las ciudades situadas en el litoral mediterráneo y atlántico podrían sufrir mayores episodios de inundaciones en las próximas décadas. A su vez, fenómenos meteorológicos extremos como las DANAs, que han afectado recientemente a la Comunidad Valenciana y Cataluña, serán cada vez más frecuentes e intensos.
Ante este escenario, la gestión del agua se ha convertido en un desafío global que exige respuestas inmediatas
Consciente de la urgencia de esta crisis, Veolia lidera la transformación ecológica mediante soluciones innovadoras que permiten optimizar el ciclo del agua y reducir su impacto ambiental. En su estrategia GreenUp 2024-2027, la compañía ha definido cuatro ejes clave: resiliencia, descarbonización, circularidad y digitalización.
En la práctica, este enfoque se traduce en proyectos concretos que ya están marcando la diferencia. Un ejemplo es la red de ecofactorías, un modelo que convierte las antiguas depuradoras en verdaderos centros de producción sostenible. En la ecofactoría BioSur de Granada, Veolia ha logrado descarbonizar el ciclo del agua, reducir la contaminación y aprovechar los residuos para generar energía limpia, mejorando la eficiencia del sistema hídrico de la ciudad.
En Cataluña, la ecofactoría del Baix Llobregat, gestionada por Aguas de Barcelona (Grupo Veolia), se ha convertido en un referente internacional en reutilización del agua. Actualmente, 1.500 litros por segundo de agua regenerada se devuelven al río Llobregat para su posterior tratamiento y reutilización como agua potable. Este sistema permite reducir la presión sobre los embalses y garantizar el abastecimiento en un territorio con un alto riesgo de sequía.
El compromiso de la multinacional con la reutilización del agua también se extiende a Cartagena, donde la depuradora de Cabezo Beaza suministra 24.000 m³ de agua regenerada al día para riego agrícola. Gracias a esta tecnología, más de 4.300 hectáreas de cultivos pueden mantenerse incluso en periodos de escasez hídrica.
Otro caso de éxito se encuentra en Canarias, una región con un déficit hídrico del 35% y sin ríos permanentes. Veolia opera más de 50 estaciones depuradoras, produciendo más de 6 millones de m³ de agua regenerada al año para usos urbanos y agrícolas, asegurando el suministro en un territorio con una elevada demanda debido al turismo.
Más allá de la regeneración del agua, Veolia apuesta por la tecnología como herramienta clave para la gestión eficiente de los recursos hídricos. A través de su red de Dinapsis Hubgrade by Veolia, la compañía utiliza inteligencia artificial y big data para monitorizar en tiempo real el estado del agua y anticiparse a los efectos del cambio climático.
Además, la investigación científica desempeña un papel fundamental en la adaptación al deshielo glaciar. El Centro Tecnológico del Agua, Cetaqua, ha liderado estudios en regiones como Chile, donde se ha identificado el impacto del cambio climático en la disponibilidad de agua potable a largo plazo. También participa en proyectos europeos como ICARIA, que busca aumentar la resistencia de infraestructuras críticas frente a fenómenos meteorológicos extremos en zonas como Barcelona, el Egeo Meridional y Salzburgo.
El avance del cambio climático y la desaparición de los glaciares exigen un cambio de modelo en la gestión del agua. La economía circular, la digitalización y la cooperación público-privada son claves para garantizar un abastecimiento sostenible en el futuro. Veolia, con su compromiso en España y a nivel internacional, sigue marcando el camino hacia un uso más eficiente y responsable del agua.
Este Día Mundial del Agua, la advertencia es clara: si los glaciares desaparecen, el agua dejará de ser un recurso garantizado. La solución está en nuestras manos.