“Las mujeres son responsables de la mitad de la producción de alimentos mundial, a la vez que custodian el medioambiente y la biodiversidad”. Con estas palabras, la ONU destaca, en el día internacional de la Mujer Rural el papel de quienes viven en contacto más directo con los recursos de la naturaleza.
Las mujeres rurales son las guardianas de la naturaleza y de nuestro futuro
La institución destaca su papel de granjeras, en el cuyo desempeño “han aprendido cómo soportar y adaptarse al cambio climático”. Uno de los ejemplos es “la práctica de la agricultura sostenible, en armonía con la naturaleza; han cambiado a semillas resistentes a la sequía y utilizan técnicas de gestión del suelo orgánicas o de bajo impacto”.
Las mujeres rurales tienen menos acceso a educación y tecnología
Mujeres rurales, en datos
“Las mujeres rurales tienen menos acceso a un abanico de recursos, desde derechos sobre la tierra, hasta crédito para la educación y la tecnología”, señala la ONU.
Sus análisis indican que “si tuviesen el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres, las granjas producirían entre un 20% y un 30% más, lo que permitiría alimentar a entre 100 millones y 150 millones de personas más”.
Lucha contra el clima
Las Naciones Unidas quieren reconocer especialmente el papel de las mujeres indígenas, que “han estado en la primera línea de la conservación del medioambiente con la incorporación de un conocimiento y prácticas ancestrales de valor incalculable”.
También las que viven en entornos rurales, que “han liderado movimientos globales y nacionales por el clima que han puesto bajo el foco la necesidad de actuar por el bien de esta y las futuras generaciones”.
Agentes de cambio
Esa posición como guardianas del clima y el medioambiente les permite ocupar “una posición única para ser agentes del cambio, para ayudar a encontrar formas de mitigar las causas del calentamiento global y adaptarse a su impacto en el terreno”.
Porque “el cambio climático tiene un impacto más pronunciado” en ellas. Sobre todo, en el caso de las indígenas y las campesinas, “cuya dependencia de la agricultura, condiciones de vida y marginalización las exponen a un mayor grado de cambios debidos al clima, la pérdida de diversidad y la contaminación”.
Trabajo
En los países de bajos ingresos, el 64% de las mujeres trabajan en la agricultura. Una cifra que se reduce hasta el 42% en el caso de los de ingresos medios-bajos. Y muy lejos del 2% de los más desarrollados.
Esa situación hace que, en las naciones con menores recursos, se vean abocadas a la economía informal, “con poca o ninguna protección social ni derechos laborales”.
Las consecuencias son “nivel de vida más bajo, peores salarios y salud, acceso limitado a los servicios sociales, movilidad ascendente restringida y falta de voz colectiva.
Sin propiedades
Pero, a pesar de las cifras de trabajo en la agricultura, más del 85% de los propietarios de tierras son hombres.
Un problema que se añade a otros como el de la salud: aproximadamente el 30% de las que viven en entornos rurales dan a luz sin que esté presente un profesional del ámbito de la salud. Un porcentaje que contrasta con el 10% de las mujeres en núcleos urbanos.
Esto provoca complicaciones que amenazan sus vidas, sangrados severos, infecciones y mortalidad maternal, según la ONU.
Sin agua
Además, la salud se ve afectada también de forma negativa por otros condicionantes, como la falta de agua potable, a la que solo tienen acceso el 60% de ellas en zonas rurales, frente al 86% de las urbanas.
Esta situación genera “barreras a la educación y al empleo; más trabajo doméstico sin retribuir; mayor riesgo de mortalidad maternal y violencia; y estrés psicosocial.
Sin derechos
Y, por si todo eso fuera poco, la ONU llama la atención también sobre el matrimonio infantil, que se sitúa por encima del 50% de las niñas en las zonas rurales de algunos países.
Una vez más, esto supone “barreras a la educación y al empleo; mayor riesgo de violencia por parte de su pareja íntima; embarazo prematuro; complicaciones maternales; y vulnerabilidad a las enfermedades de transmisión sexual, incluido SIDA”.
Sin educación
La falta de educación que provocan todas estas barreras hace que solo terminen la secundaria el 2% de las niñas en las zonas rurales más pobres de los países de bajos ingresos.
Y tampoco pueden buscar otros medios para formarse, porque muchas de ellas forman parte de los 3.700 millones de personas que no están conectadas a internet.
Soluciones
Para solucionarlo, las Naciones Unidas proponen darles un trabajo decente y protección social, educación y formación, energía sostenible y tecnología.
A esto deben unirse otras condiciones favorables en su entorno, como agua limpia y saneamientos. Y otras que impulsen su empoderamiento, como la eliminación de la violencia y las prácticas dañinas, incluirlas en la toma de decisiones y el liderazgo e incrementar su resiliencia frente al cambio climático.