La ciudad de Bilbao acogió hace unos días el IoT Week, un evento sobre conectividad e Internet de las Cosas del que se bebe en meses posteriores, no en vano, las tendencias en la materia, sus aplicaciones y su desarrollo forman parte de su leitmotiv.

Volcanes monitorizados por sensores para medir gases tóxicos, mascotas controladas por localizadores para evitar que se extravíen o granjas de pollos inteligentes para lograr mayor calidad en la carne son aplicaciones posibles gracias a las tecnologías conectadas del Internet de las Cosas (IoT en sus siglas en inglés).

Y en este sector, los sensores son una parte fundamental y parece que lo escuchan todo. Controlan, por ejemplo, a pollos, mascotas o las tripas de los volcanes para conocer al detalle lo que les ocurre o sucede a su alrededor: cómo se mueven o si no lo hacen, la temperatura que acumulan, cuánto pesan, lo que comen...

Captan un cúmulo de datos e información, del que se "chivan" a través de internet para su posterior traducción y uso mediante un software.

"La revolución del internet de las cosas está permitiendo que muchas cuestiones que antes no se sabían se puedan saber y ahí se abre una auténtica mina para los expertos en cada segmento", ha subrayado la cofundadora y CEO de la empresa tecnológica Libelium, Alicia Asin, en el marco del IoT Week.

Volcán monitorizado

Precisamente, esta compañía, sus sensores, son los que tienen monitorizado el entorno del volcán Masaya de Nicaragua desde hace dos años.

Con este proyecto, todavía en desarrollo, los investigadores tratan de medir el impacto de los gases tóxicos que emite un volcán en la salud de la población expuesta a respirarlos, además de lograr información útil para diseñar los planes de contingencia adecuados en caso de erupción.

Esta empresa también ha desarrollado un proyecto en la ciudad francesa de Montpelier de smart parking, consistente en enterrar sensores en el suelo de un aparcamiento para detectar cuándo una plaza queda libre.

Esta información llega después al usuario conductor a través de su smartphone, guiándole hasta el estacionamiento y evitándole la "pesadilla" en la que en ocasiones se convierte encontrar una plaza para aparcar el coche.

Múltiples aplicaciones

En las cosas del comer también las aplicaciones de las tecnologías del IoT son múltiples.

El centro tecnológico vasco IK4-Tekniker, organizador del congreso IoT Week de Bilbao, trabaja en un proyecto europeo de granja de pollos inteligente.

Los investigadores monitorizan las diferentes fases de la cadena de producción del pollo -crianza, logística y procesado- con distintos dispositivos que miden parámetros ambientales como la temperatura, la humedad o la luminosidad para ver cómo afectan a los animales. Además, unas básculas conectadas a internet son capaces de predecir el peso que van a alcanzar los pollos.

El objetivo de todo ello, según el ingeniero en telecomunicaciones Mikel Larrañaga, es mejorar la eficiencia de la producción y el confort de los animales, así como la calidad en el producto final que llega al consumidor.

Por su parte, Euskaltel ha llevado "el internet de las cosas" a los hogares mediante un sistema de sensores que permite monitorizar "todo lo que importa, tus personas, tu casa, tus mascotas, tu coche...", en palabras del gerente de IoT de la empresa de telecomunicaciones, Óscar Fafian.

De esa forma y vía teléfono móvil, el usuario dispone de información en tiempo real de lo que ocurre: "Si tus hijos tienen que llegar del 'cole' entre las cuatro y las cuatro y media y la puerta no se abre entre las cuatro y las cuatro y media, sabrás que algo anormal ha pasado", pone como ejemplo.

El internet de las cosas está más presente de lo que nos podemos imaginar en nuestra vida cotidiana, y esto solo se encuentra en una fase bastante incipiente porque las utilidades de la hiperconectividad avanzan cada vez más