La decisión de llevar el Villarreal–Barcelona del próximo 20 de diciembre a Miami ha abierto un frente en el fútbol español. Entre las voces más contundentes, la de Unai Simón. El guardameta del Athletic, lejos de la diplomacia, no se mordió la lengua: “Es una falta de respeto a los aficionados”. Mientras LaLiga vende la idea como una oportunidad histórica, buena parte del vestuario, las instituciones y las gradas ven en ella una amenaza para la esencia de la competición.
El portero internacional del Athletic dejó claro este martes que la propuesta de disputar el Villarreal–Barcelona en Miami no le entra ni con calzador. Desde la sala de prensa de Lezama, con el aplomo de quien defiende cada domingo la portería de San Mamés, soltó un mensaje directo:
“Es una falta de respeto a los aficionados. El fútbol forma parte de ellos y de los socios. Si no fuese por ellos, no existiría.”
Palabras duras, sí, pero medidas. Simón no habla de cifras, contratos televisivos o proyección global. Habla de gente. De esa señora mayor que entra al campo con su bufanda de siempre, de ese socio que lleva más de 40 años ocupando el mismo asiento, de chavales que ahorran para pagar su abono. “Hay aficionados que van a San Mamés con el bastón porque lo tienen al lado de casa. Si se les obliga a viajar hasta Miami, sería una jornada perdida para ellos”, ilustró.
La visión de Simón no sorprende en Bilbao. El Athletic es un club de identidad fuerte, de cantera, de arraigo. En su ADN no entra la idea de deslocalizar partidos oficiales. En cambio, LaLiga y Javier Tebas defienden que jugar en Estados Unidos es un paso necesario para expandir la marca y competir con otros espectáculos deportivos.
El choque de visiones está servido: para unos, oportunidad histórica; para otros, un portazo a la tradición. Y Unai Simón, sin titubeos, se alinea con los segundos: “Si le tocase al Athletic jugar en Miami, no lo vería factible”.
El portero rojiblanco no está solo. El Consejo Superior de Deportes tiene sobre la mesa peticiones para frenar el plan, el Real Madrid ha mostrado su rechazo y la Asociación de Futbolistas Españoles ha cuestionado la falta de consenso. Incluso en las gradas, donde las redes sociales hierven, el sentimiento es claro: el fútbol, para la gente.
El Villarreal, en el otro bando
Mientras tanto, en el Villareal piensan distinto. Fernando Roig, presidente del club castellonense, ha vendido el traslado como “un hito histórico” y una forma de hacer crecer la marca Villarreal en un mercado tan potente como el estadounidense. Para compensar, ha prometido viaje y entrada gratis a los abonados que se apunten a la aventura, o un descuento del 20 % en el abono del próximo curso para quienes se queden.
No es la primera vez que el fútbol español cruza fronteras para disputar un título o un partido oficial. La Supercopa ya se juega en Arabia Saudí, y aunque aquel cambio también levantó polémica, el hecho de que se tratase de un torneo reducido facilitó su aceptación. En cambio, el Villarreal–Barça es un encuentro de Liga, con puntos en juego, dentro del calendario regular. Y eso, para muchos, es tocar hueso.
El comentario encaja con lo que se comenta en muchos vestuarios: la exigencia de LaLiga es alta y, en plena temporada, un viaje intercontinental puede alterar la dinámica de cualquier equipo.
La discusión no terminará pronto. El Villarreal–Barça en Miami está fijado para el 20 de diciembre y, salvo giro de última hora, será el primer partido oficial de LaLiga que se dispute fuera de España. La cita servirá para medir el éxito del plan de Tebas… y también para evaluar el coste en términos de imagen y conexión con la afición.
Mientras tanto, voces como la de Unai Simón marcan territorio: el fútbol no es solo un negocio, es una tradición, un ritual, una cita que miles de personas viven cada semana en su estadio. Y para el portero del Athletic, eso no tiene precio ni se compra con un vuelo transoceánico.