El pasado lunes, el último miembro de la familia Alcántara que seguía en activo, Rafinha, anunció que colgaba las botas. En un vídeo en sus redes sociales, el centrocampista anunció esta decisión tras 15 años de carrera profesional, 19 títulos entre los que destacan la Champions con el Barça de 2015, 3 ligas españolas y una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2016.
En los últimos meses, se le había perdido la vista, tras su salida de del PSG hacías tierras qatarís para jugar en el Al-Arabi SC. Tras temporadas en el equipo de Qatar, su contrato finalizó en agosto de 2024 y desde entonces se encontraba sin equipo. Al estar tanto tiempo sin estar ligado a una camiseta, finalmente a la edad de 32 años puso fin a su larga y exitosa carrera profesional.
Una familia de peloteros
La gran afinidad de la familia Alcántara con el fútbol comenzó con el padre de Rafinha Alcántara y Thiago Alcántara, Iomar do Nascimento, más conocido como Mazinho. Él desempeñó la misma posición que sus hijos, la de centrocampista, y desarrolló la mayoría de su carrera en España y en su país natal, Brasil. Valencia CF, RC Celta o Elche CF fueron algunos de los clubes por los que el brasileño dejó su huella, pero sin duda el logro más importante de la carrera de Mazinho llegó en el Mundial de 1994, donde se proclamó campeón tras vencer en la famosa tanda de penaltis en la que Roberto Baggio “murió de pie”.
Tras su carrera como futbolista, que terminó en 2002, sus hijos tomaron el testigo y se convirtieron también en futbolistas profesionales. Tanto Thiago como Rafinha coincidieron durante sus inicios en el primer y segundo equipo del FC Barcelona. En el caso de Rafinha Alcántara, alternó varias cesiones, como al Celta de Vigo o al Inter de Milán, durante su etapa en Can Barça.
Thiago Alcántara se afianzó más rápida y sólidamente en el FC Barcelona, pero tras tres temporadas y viendo que tenía por delante al mejor centro del campo que ha dado La Masía (Xavi, Iniesta y Busquets), decidió buscar minutos fuera. Recaló en las filas del Bayern Múnich, donde se convirtió en una pieza clave para entrenadores como Pep Guardiola, Carlo Ancelotti o Niko Kovač. Tras siete temporadas en Baviera, el centrocampista español puso rumbo al Liverpool FC, donde jugó tres campañas antes de retirarse definitivamente. Thiago cerró su carrera con 32 títulos, entre los que destacan dos Champions League, 11 ligas entre Bayern y Barça, y más de cinco copas nacionales.
Thiago Alcántara y Rafinha Alcántara representan dos interpretaciones distintas del ADN futbolístico heredado, con un nexo común en la técnica y la comprensión del juego. Thiago es un centrocampista de control, dominador del tempo, exquisito en el pase corto y largo, capaz de ordenar al equipo desde la base con una lectura táctica privilegiada. Su fútbol se construye desde la pausa y la precisión. Rafinha, en cambio, ofrece un perfil más vertical y ofensivo, con mayor tendencia a la conducción, el desborde y la llegada al área. Mientras Thiago piensa el juego, Rafinha lo acelera.
Hermanos, pero de selecciones diferentes
Otro punto clave en la relación de los hermanos es que, pese a compartir doble nacionalidad brasileña y española, tomaron caminos distintos a nivel internacional. Rafinha Alcántara decidió representar a la Selección de Brasil, mientras que Thiago Alcántara se decantó por la Selección Española. Rafinha pasó por las categorías inferiores de España, sin llegar a disputar grandes torneos. Con Brasil, tuvo pocas oportunidades: debutó en un amistoso ante Costa Rica y participó en los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde logró la medalla de oro, aunque sin protagonismo en torneos mayores.
Por su parte, Thiago tuvo una presencia mucho más constante con la Roja. Fue campeón del Europeo sub-17, debutó con la absoluta ante Ecuador y disputó una Copa del Mundo y dos Eurocopas. Sin embargo, su etapa coincidió con la transición de la Selección Española tras los años dorados que dejaron dos Eurocopas consecutivas y un Mundial.
Sin duda, el legado de la familia Alcántara en el fútbol español y mundial es enorme. Queda por ver si la siguiente generación mantiene viva una saga que ha marcado una época en la élite del fútbol.