La historia judicial que ha sacudido al fútbol español en los últimos tiempos ha vivido un nuevo capítulo que podría convertirse en uno de los episodios más relevantes de la última década. El Real Madrid, lejos de mostrarse como espectador, ha decidido dar un paso al frente en el llamado caso Negreira, exigiendo ante la justicia una auditoría exhaustiva de las cuentas del FC Barcelona entre 2010 y 2018 para esclarecer pagos y relaciones económicas con la empresa del exvicepresidente de los árbitros. Esta petición no solo redibuja el mapa de la polémica, sino que introduce al club blanco como actor central en una pugna que rebasa lo deportivo y entra en terrenos de responsabilidad institucional y transparencia.

El Real Madrid reclama una indemnización 

El Real Madrid valora la posibilidad de reclamar una indemnización millonaria en el marco del caso Negreira, al considerar que los pagos realizados por el FC Barcelona a empresas vinculadas al exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros pudieron alterar la limpieza de la competición. La entidad blanca entiende que esos hechos habrían generado un perjuicio deportivo y económico directo durante varias temporadas.

En ese contexto, el club ha solicitado al juzgado acceso a documentación interna, auditorías y registros contables correspondientes a los años en los que se produjeron los pagos. El objetivo es determinar si existen fundamentos suficientes para cuantificar daños y emprender una reclamación formal, más allá del proceso penal ya abierto.

Aunque todavía no hay cifras concretas ni una decisión definitiva, el movimiento refuerza la estrategia del Real Madrid de situarse como parte afectada en el caso. La iniciativa añade presión institucional y amplía el alcance del conflicto, que ya trasciende lo deportivo para instalarse en el terreno económico y jurídico del fútbol español.

De polémica arbitral a duelos judiciales

Lo que comenzó como una investigación sobre posibles pagos irregulares del Barça a la empresa de José María Enríquez Negreira, destinado en su momento a la coordinación de árbitros, ha escalado con fuerza en los tribunales. Ahora, el Real Madrid no se conforma con señalar hechos puntuales: quiere poner bajo lupa todas las cuentas, auditorías internas y movimientos económicos del FC Barcelona desde el año 2010 hasta 2018.

La estrategia es tan audaz como inédita: presentar ante una juez de instrucción una solicitud que, de prosperar, obligaría a desclasificar documentación interna y a poner sobre la mesa información contable sensible que afecta a una de las instituciones más grandes del fútbol mundial.

En el discurso jurídico del Real Madrid profundiza en una idea repetida por sus representantes: el fútbol moderno (y especialmente sus estructuras económicas) exige transparencia total. No se trata únicamente de comprobar si hubo pagos impropios, sino de entender el alcance completo de las relaciones económicas que un club como el FC Barcelona mantuvo con la empresa vinculada a Negreira durante casi una década.

Este enfoque ha encontrado eco en sectores de la opinión pública y en analistas del derecho deportivo, que ven en la petición blanca un intento por fijar estándares más estrictos de conducta y rendición de cuentas en el fútbol profesional español.

La respuesta del FC Barcelona no ha tardado en llegar

Desde el entorno del FC Barcelona se transmite un mensaje de calma y prudencia. El club mantiene que siempre ha actuado dentro de la legalidad y que, si se le solicita documentación adicional, la entregará siguiendo los cauces habituales. Aun así, por ahora no ha querido entrar al fondo de la petición ni responder de forma directa a la exigencia de revisar ocho años completos de sus cuentas internas.

Entre juristas y analistas del entorno deportivo, el movimiento del Real Madrid ha abierto un debate más amplio y humano que puramente jurídico. ¿Hasta dónde deben llegar los clubes cuando surgen sospechas? ¿Es legítimo que un rival empuje una investigación de este calibre sin que se perciba como una extensión del enfrentamiento deportivo? Son preguntas que flotan en el ambiente y que reflejan un clima de tensión donde ya no solo se juega en el césped, sino también en los despachos.

 

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