La selección española femenina de balonmano comenzó la fase principal del Mundial con una derrota dolorosa ante Serbia femenino por 31‑29, a pesar de que habían llegado a dominar por seis goles al inicio de la segunda parte. Un tropiezo que ha complicado seriamente sus posibilidades: ya no dependían únicamente de sí mismas para acceder a cuartos, y quedaban obligadas a ganar los dos siguientes partidos. Este jueves, España cumplió con la primera asignatura y volvió a la senda de la esperanza con una victoria crucial ante Islandia por 23‑30, gracias en parte a una gran actuación bajo palos de Lucía Prades, con 12 paradas y un 41% de acierto. Un triunfo que ha reavivado las opciones españolas para avanzar a cuartos de final del Mundial.
Tras el triunfo ante las islandesas, Las Guerreras deberán ganar su último partido ante Alemania este sábado. Pero incluso con victoria, dependerá de que Montenegro derrote a Serbia o que haya resultados que favorezcan la diferencia de goles. Las Guerreras podrían colarse entre las dos mejores del grupo, una carambola posible, pero exigente.
España ha demostrado que puede reaccionar bajo presión intensa, y la victoria ante Islandia ha mantenido vivo el sueño de avanzar a cuartos. Las Guerreras afrontan una final ante Alemania con ilusión renovada, conscientes de que tienen que jugar con intensidad y concentración. Solo así podrán aspirar a colarse en los cuartos de final de un Mundial que se les ha puesto cuesta arriba.
Un equipo en reconstrucción que ha demostrado carácter
Este Mundial se está celebrando en un momento de transición para las Guerreras, tras una etapa difícil. Pero con esta victoria han demostrado que mantienen la ambición y capacidad de remontar situaciones adversas.
La presión es alta: saben que el margen de error es mínimo, pero también que tienen calidad para competir. Esta fase final representa una prueba de carácter, madurez y unidad para un grupo joven que ha tenido que adaptarse a muchas exigencias.