Mientras los ricos son cada vez más ricos, sigue habiendo 3.700 millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. Así lo refleja un nuevo análisis de Oxfam Intermón, que recoge que la fortuna del 1% más rico se ha incrementado en más de 33,9 billones de dólares en términos reales desde 2015. Considerando el umbral de pobreza más alto establecido por el Banco Mundial, 8,3 dólares al día, esa cifra permitiría acabar con la pobreza durante 22 años. La riqueza conjunta de los 3.000 milmillonarios del planeta se ha disparado en 6,5 billones de dólares y equivale ya al 14,6% del PIB mundial.
El informe 'Del beneficio privado al poder de lo público: Financiar el desarrollo, no la oligarquía' publicado esta semana con motivo de la 4ª Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo que dará comienzo el lunes 30 de junio en Sevilla, evidencia también que los países más ricos están aplicando a la ayuda oficial al desarrollo los mayores recortes de la historia, desde que en 1960 comenzaron a hacerse registros. Y la situación va a empeorar. En 2026 los países del G7, que representan aproximadamente tres cuartas partes de toda la ayuda oficial al desarrollo, recortarán en un 28% su aportación en comparación con 2024.
Por el contrario, el 60% de los países de renta baja está al borde de una crisis de deuda, lo que les hace destinar muchos más recursos a pagar los intereses a acreedores ricos que a invertir en educación o sanidad pública. Si no cambia nada, advierten desde Oxfam Intermon, apenas el 16% de las metas establecidas en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles se cumplirán para 2030.
La organización advierte en su texto del fracaso de un modelo de financiación del desarrollo, que ha girado en torno a un "consenso" sobre papel de la inversión privada, esencialmente del Norte Global. La última década, indican, "ha mostrado que es un modelo ineficaz, que ha generado múltiples impactos negativos y apenas ha logrado movilizar recursos adicionales". En esta línea, se alerta, además, del pernicioso papel de los acreedores privados, que multiplican por cinco a los bilaterales y concentran más de la mitad de la deuda de los países de renta media y baja, exacerbando la crisis derivada con sus "condiciones punitivas y sus negativas a negociar".
"La conferencia de Sevilla tiene que revertir el fracaso estrepitoso de este modelo de desarrollo internacional", subraya Franc Cortada, director general de Oxfam Intermón. "Se está fraccionando el multilateralismo mientras se da prioridad a los intereses de unos pocos superricos sobre los del conjunto de la población mundial", enfatiza, precisando que "la solución frente a la pobreza y la desigualdad no está en Wall Street sino en más inversión pública en salud, educación o vivienda". Aquí, lanza un mensaje claro "los recursos para garantizarlo tienen que venir de donde está el dinero, así de simple, con más impuestos a los superricos".
La riqueza privada crece mucho más que la pública
Los datos de Oxfam Intermón demuestran que entre 1995 y 2023 la riqueza privada se incrementó en 342 billones de dólares, ocho veces más que lo que lo hizo la riqueza pública, que sólo subió 44 billones. En términos relativos, el peso de la riqueza pública global disminuyó con respecto a la riqueza total durante ese periodo.
Para la organización, se necesita más voluntad de los gobiernos para combatir la desigualdad extrema y cambiar el sistema de financiación para el desarrollo. "Los gobiernos deben unirse y formar nuevas coaliciones para avanzar, incluso, sin consensos generalizados", recalcan. En este sentido, apuntan que Países como Brasil, Sudáfrica y España ya están asumiendo un liderazgo a nivel internacional, y la nueva alianza global contra la desigualdad promovida por Alemania, Noruega, Sierra Leona y otros países es un buen ejemplo al que otras naciones se pueden sumar.
Oxfam Intermón incide también sobre la necesidad de que se rechace el "Consenso de Wall Street" y se anteponga lo público. "Deben rechazar la idea de la financiación privada como "panacea" para financiar el desarrollo y apostar por un modelo de desarrollo desde lo público para garantizar servicios universales y de calidad en salud, educación y cuidados, o en bienes públicos en sectores como la energía y el transporte", indican.
Del mismo modo, sostienen, los donantes del norte global deben revertir de manera urgente los recortes a la ayuda y cumplir con el objetivo de destinar un mínimo del 0,7% de su renta nacional. "Los gobiernos deben apoyar los esfuerzos centrados en la nueva iniciativa de las Naciones Unidas para la deuda, así como respaldar la convención fiscal de las Naciones Unidas, siguiendo el ejemplo de Brasil y su propuesta en el marco del G20 de aplicar nuevos impuestos a las personas con una elevada riqueza neta", afirman.
"Llegamos a Sevilla con recortes brutales en la ayuda al desarrollo, una concentración de la riqueza cada vez mayor y unos niveles de deuda en manos privadas que literalmente mata a la gente porque sus gobiernos no pueden dedicar suficiente a salud o servicios básicos", resume Cortada, que finaliza con un mensaje claro: "Tenemos que salir de aquí con una nueva agenda que revierta el fracaso de unos objetivos de desarrollo que son ya papel mojado apenas diez años después de su adopción".