La Reserva Federal estadounidense subía hace unos días los tipos en medio punto hasta el 1%, mientras su bono a 10 años ha traspasado la barrera del 2% de rentabilidad. El BCE sigue con los tipos a cero –aunque se esperan movimientos más pronto que tarde-, pero el bono español a 10 años vista también ha superado el 2% y el alemán –después de un lustro en negativo- ya se mueve en el 1%. El Reino Unido, siguiendo los pasos de la Fed también los ha situado en el 1%. La amenaza de la subida de los tipos ya está aquí y afectará a las hipotecas sobre todo a partir del mes de junio.
¿Qué hacer con el dinero ahorrado? ¿Seguir con el cero de rentabilidad en las cuentas corrientes de los bancos mientras la inflación se mueve al 8%? ¿Invertir en unas bolsas que caen con fuerza? ¿Comprar bonos? De estas dos últimas preguntas, la última es claramente un no rotundo. En cuanto a la Bolsa habría matices interesantes que el ahorrador debe saber y que podrían clarificar el oscuro panorama. Beneficios, diversificación, valoraciones son tres elementos clave para elegir en un momento tan complejo.
Bert Flossbach, cofundador de Flossbach von Storch apunta que las acciones son interesantes siempre que se cumplan dos condiciones: las ganancias de las empresas deben crecer al menos tan rápido como la inflación, y las valoraciones de esas compañías no deben verse presionadas por un aumento de los tipos.
Aunque las ganancias de las empresas no dependen en la misma medida de la evolución económica general, es un buen indicador en su conjunto. El panorama económico, sin embargo, se ha nublado recientemente. Además de las consecuencias directas e indirectas de la guerra en Ucrania, hay que tener en cuenta la difícil situación de China, que ha sido responsable de una parte considerable del crecimiento económico mundial en los últimos años. Lo mismo ocurre con la guerra en Ucrania y sus efectos en las cadenas de suministro y los precios de las materias primas.
Es probable que no todas las empresas logren un crecimiento de las ventas y las ganancias que coincida con la alta tasa de inflación, especialmente porque a menudo toma un tiempo antes de que los precios más altos de los insumos puedan transmitirse. Otros están utilizando el argumento de los costos crecientes para hacer aumentos aún mayores en sus precios. Por ello, la selección de valores individuales se está volviendo cada vez más importante, ya que el entorno general requiere un mayor enfoque en la calidad que nunca. Esto significa empresas con ganancias altamente resilientes y buena administración que pueden administrar y hacer crecer su negocio con éxito, incluso en circunstancias difíciles. Dada la falta de alternativas atractivas, mantener grandes asignaciones de acciones requiere una diversificación inteligente. Finalmente, las acciones deben tener valoraciones apropiadas. Las valoraciones también deberían proporcionar un colchón en caso de nuevos aumentos en los rendimientos de los bonos.
Quienes no están obligados a tener bonos no deberían tenerlos, al menos no con la intención de mantenerlos hasta el vencimiento. Esto cambiaría si los rendimientos aumentaran significativamente nuevamente y hubiera señales de una disminución en la inflación. Pero, de momento, no hay nada al respecto.
Por último, el experto Bert Flossbach apunta a que el oro hace una importante contribución a la seguridad de una cartera de inversión. Debido a la compleja situación geopolítica y, en particular, al alto nivel de inflación, el oro ha cobrado mayor importancia como medio de diversificación. “Mientras los rendimientos de los bonos sean inferiores a la tasa de inflación esperada a largo plazo, creemos que es razonable asignar una mayor ponderación al oro que en el pasado”.