Se lo volvieron a preguntar en la comparecencia de Mariano Rajoy en TVE ante seis periodistas y contestó que hasta que no tuviera una información precisa no podía tomar una decisión tan trascendente que afectaba al destino de 46 millones de españoles.

Antes de ayer volvieron a requerir una respuesta ante la información proporcionada por la agencia Reuter de que el Gobierno procedería a ello este mismo fin de semana.

La respuesta de Rajoy fue tajante “No” y añadió con una punta de ironía galaica: “Pues muy bien, si hay una agencia que dice que este fin de semana vamos a pedir el rescate, caben dos posibilidades: que esa agencia tenga razón y mejor información que yo, lo cual es muy posible; o que no sea así, lo cual a lo mejor es posible, o no, ¿qué más da? Si a usted le sirve de algo lo que pueda decirle, le diré que no, pero aún así puede pensar lo que estime oportuno porque, además, a lo mejor acierta”.

Ayer se lo preguntaron al ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, quien justificó que no hubiera decisión al respecto porque el Gobierno no había recibido toda la información necesaria.

¿Cuánto tarda en llegar la información necesaria desde el edificio Berlaymont de Bruselas, la sede de la Comisión Europea, o desde la Cancillería de Berlín hasta el palacio de La Moncloa?

Los personajes de la célebre obra de Samuel Beckett Esperando a Godot, quizás la obra más representativa del teatro del absurdo, tampoco sabían cuando llegaría Godot, con la solución a sus problemas.

Los vagabundos Vladimir y Estragon esperan su llegada al borde del camino. El primero dice: “Nos ahorcaremos mañana. A menos que venga Godot”. El segundo pregunta: “¿Y si viene?”. Y Vladimir responde: “Nos habremos salvado”.

Un mensajero piadoso les informa: “El señor Godot no llegará hoy pero quizás venga mañana”. Y siguen esperando.

Mariano Rajoy también recibe mensajes piadosos. El del comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn o, ayer mismo el de Cristina Lagarde, directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, quien valora las medidas del presidente español como “muy, muy valientes”. Todos han dedicado elogios a la valentía del presidente español.

La “Valentía” es un termino elogioso para el soldado pero peligroso para el político. Me recuerda una serie televisiva de los años ochenta: “Sí, ministro”.

Cuando el astuto subsecretario quería cargarse una decisión de su ministro la calificaba de “valiente” y en el acto el jefe daba marcha atrás.

Quizás haya una explicación convincente para tanta vacilación de nuestro presidente. Solo hay algo peor en términos de imagen y de desgaste político que pedir el rescate; que es pedirlo y que no te lo den.

Mientras tanto los colegas le colman de elogios que son gratuitos y Mariano Rajoy prefiere seguir esperando a Godot.

José García Abad es periodista y analista político