La fotografía de las cúpulas empresariales españolas está cambiando, aunque aún de forma desigual. Si en 2016 las mujeres ocupaban apenas un 20% de los asientos en los consejos del IBEX 35, hoy la cifra roza el 40%. España supera ya la media europea —38,4% frente al 34,6% de la UE—, pero el camino hacia la igualdad real sigue plagado de obstáculos invisibles: sesgos, brechas salariales, modelos culturales obsoletos y, sobre todo, la persistente penalización de la maternidad.
Sobre estos desafíos y las oportunidades de transformación que conlleva un liderazgo más inclusivo debatieron María Obispo, Global Lead of Culture and People en Llorente y Cuenca (LLYC); Patricia Torrón, Senior Manager de People and Culture en Philip Morris España; y Leticia Cascales, directora de Personas y Cultura en Vorwerk, compañía conocida por productos como Thermomix o Kobold. La mesa redonda, moderada por la periodista Marisu Moreno, llevó por título “Empoderar para transformar: mujeres que lideran el cambio”.
La conversación arrancó con un consenso claro: las empresas que sustituyen el concepto de “recursos humanos” por el de “personas y cultura” están cambiando no solo un nombre, sino una mentalidad. “Recursos humanos es un término transaccional, que se queda corto. Nosotros trabajamos para despertar el máximo potencial de las personas que forman parte del equipo”, explicó María Obispo. En su visión, el talento no se gestiona: se cultiva. “El área de personas hoy es clave en los procesos de transformación, no solo administrativa. Es la que impulsa el cambio cultural”.
Patricia Torrón coincidió: “Todo parte de la transformación del negocio. Para alcanzar un futuro libre de humo, necesitamos una organización que refleje la sociedad. El talento es clave y todo gira en torno a él”. Para ella, “el área de personas y cultura” no puede limitarse a tareas de gestión, sino acompañar estratégicamente los objetivos empresariales.
Leticia Cascales, desde Vorwerk, fue más allá: “Dejamos de hablar de procesos para hablar de relaciones. De jerarquía, pasamos a comunidades. Las personas no son engranajes, sino protagonistas de un entorno cooperativo donde su experiencia importa”. El cambio, subrayó, no es semántico, sino estructural: “Gestionamos experiencias de empleado, propósito y compromiso”.
A la pregunta de si la igualdad real en las empresas es posible, María Obispo fue rotunda: “Sí, lo es. Pero nunca debemos darla por sentada”. Desde Llorente y Cuenca han establecido un framework estratégico de diversidad para 2025-2027, con objetivos “claros y medibles”. La clave, dijo, está en combinar una estrategia global con acciones locales: “Las sensibilidades y niveles de madurez varían según el país. Trabajamos con comités locales que mantienen el pulso con la realidad”.

Patricia Torrón, senior manager People & Culture de Philip Morris Spain
En Philip Morris, la diversidad se asume como un compromiso transversal. “Necesitamos reflejar la sociedad para entender mejor a nuestros consumidores. Por eso, la voz de la mujer tiene que estar en toda la organización”, explicó Torrón. En España, más de la mitad de la plantilla son mujeres, aunque el porcentaje baja a medida que se sube en el organigrama. “Ahora mismo estamos en un 42,3% en puestos de responsabilidad, y trabajamos para que siga creciendo, siempre desde la objetividad”.
Para Torrón, la igualdad no se impone: “No se trata de ascender a alguien solo por ser mujer, sino de eliminar sesgos para que el talento hable por sí mismo”. Recordó un ejemplo personal: tras su primera baja de maternidad, fue propuesta para un puesto internacional. “No se fijaron en mi situación personal, sino en mi valía. Eso es igualdad real”.

Leticia Cascales, directora de Personas y Cultura en Vorwerk
Leticia Cascales aportó otro enfoque: el de la inserción laboral de mujeres con baja empleabilidad. “Gracias a la venta directa, damos oportunidades reales a mujeres sin estudios, amas de casa o dependientes económicamente. Las acompañamos desde el primer día, con formación, flexibilidad y desarrollo profesional”. En Vorwerk, el 98% de la plantilla son mujeres. “Nuestra directora de ventas empezó vendiendo Thermomix en su entorno. Hoy lidera un equipo nacional. Esa es la fuerza del empoderamiento”, dijo con orgullo.
El debate puso sobre la mesa que los obstáculos a menudo están también dentro. “Nosotras mismas a veces somos nuestras peores juezas”, reflexionó Patricia Torrón. “Los hombres suelen postularse a un puesto cuando cumplen el 60% de los requisitos; las mujeres, cuando alcanzan el 100%. Tenemos que atrevernos más”.
Por eso, en Philip Morris han implementado programas de coaching y mentoring específicos para mujeres, con mentoras internas y externas. “Hay que trabajar las soft skills, la autoconfianza, la manera de posicionarnos”, apuntó Torrón.

María Obispo, Global Lead Culture & People de LLYC
María Obispo coincidió en la necesidad de que las empresas sean “agentes activos del cambio”, no simples observadoras. “Durante años se culpó a las mujeres de no postularse, de no tener ambición. Pero es el sistema el que debe facilitar su participación, desde cómo se redactan las ofertas de empleo hasta la visibilidad de los referentes”. Y añadió: “El compromiso debe ser público, medible y comunicable. No de puertas adentro”.
Uno de los temas más sensibles fue el de la conciliación y la corresponsabilidad. Las tres coincidieron en que no hay igualdad real sin una reorganización profunda del tiempo, los cuidados y las prioridades.
“En LLYC no hablamos de equilibrio entre vida laboral y personal, sino de integración. No tenemos dos vidas, tenemos una”, explicó Obispo. Entre las medidas destacadas de su empresa figuran la ampliación de permisos de maternidad y paternidad más allá de lo legal, el teletrabajo durante vacaciones escolares y el reconocimiento de responsabilidades de cuidado más allá de la infancia: “También quienes cuidan de mayores o dependientes deben poder desarrollarse”.
En su relato, Obispo introdujo una nota personal y contundente: “He sido promocionada embarazada. Eso tiene un efecto multiplicador: cuando una mujer ve que se puede, cambia la narrativa. Pero la maternidad aún penaliza porque ocupa mucho espacio mental. La corresponsabilidad empieza en casa: el padre de mis hijos es clave para que yo siga apostando por mi carrera. Lo más importante es con quién eliges tenerlos”.
Patricia Torrón secundó esa reflexión: “En Philip Morris te miden por resultados, no por presencialidad. Eso es libertad real”. Pero añadió que, aunque las políticas estén igualadas, el peso cultural sigue siendo desigual: “La sociedad todavía asume que la mujer es la que debe conciliar. Empiezan a verse modelos inversos, donde es la mujer la que lidera económicamente y la pareja acompaña. Es un cambio enorme, pero aún incipiente”.
Leticia Cascales amplió el enfoque hacia los puestos directivos: “La corresponsabilidad no puede quedarse en los empleados base. También los directivos deben sentirse libres de irse cuando su hijo está enfermo. En Vorwerk promovemos que un director o directora diga sin miedo ‘me tengo que ausentar’. El ejemplo es más poderoso que cualquier manual de valores”.
María Obispo coincidió: “El liderazgo ejemplar es el que normaliza. Un directivo que interrumpe una reunión porque su hijo lo necesita está transmitiendo una cultura integradora”.
Las políticas de igualdad deben medirse, no solo declararse. Philip Morris fue una de las primeras compañías en certificarse con el sello Equal Salary, que acredita la igualdad retributiva entre hombres y mujeres en puestos equivalentes. “No se trata solo de revisar sueldos, sino todos los procesos de recursos humanos, desde selección hasta promoción. La transparencia genera confianza”, explicó Torrón.
Pero además, según diversos estudios, las compañías que integran diversidad en sus equipos ganan más dinero. No es solo justicia social, es eficiencia económica. En este sentido, María Obispo expuso que "la gestión de las diferencias y de los equipos diversos son claves pues también las compañías somos agentes de cambio, igual que el resto de organismos sociales. Tenemos que entender esas diferencias y funcionar de una forma que haga más fácil que las mujeres se incorporen, incluso cambiando las ofertas, a veces es tan fácil como cambiar las ofertas de empleo y eso yo creo que todos estamos trabajando también un poco en esa línea, cómo planteo una oferta de empleo en la que las mujeres se sientan interpeladas y se sientan parte, no todo está en el otro lado sino también en nosotros".
Cascales añadió un matiz esencial: “La igualdad no debe ser la meta, sino la normalidad. Y para llegar a ella hace falta voluntad política, compromiso empresarial y un cambio cultural profundo. Solo así eliminaremos los sesgos inconscientes que aún arrastramos, incluido el síndrome del impostor”.
Más allá de cuotas o estadísticas, las tres directivas defendieron un principio común: el talento no tiene género, pero sí necesita condiciones para florecer. Obispo ponía aquí un ejemplo sobre el trabajo de LLYC, "en mi compañía hemos logrado cambios importantes en los últimos años importantes, ahora más de la mitad de nuestro equipo directivo son mujeres, aunque todavía tenemos algunos temas pendientes, por ejemplo, tenemos un compromiso grande por incorporar a más mujeres socias a nuestro equipo de socios".
Torrón apuntó que las políticas de diversidad son también políticas de negocio: “Nuestro objetivo de un futuro sin humo no se logra sin equipos diversos. Es una cuestión de supervivencia empresarial”.
Cascales aportó una dimensión social: “Cada mujer que logra independencia económica cambia su entorno. Cuando das herramientas a mujeres que nunca habían trabajado, estás transformando familias enteras”.
El debate se cerró con una reflexión coral sobre el sentido de empoderar: no se trata de competir con los hombres, sino de compartir con ellos. En este ámbito, Patricia Torrón señaló, haciendo referencia a su empresa, que “la manera como nosotros lo planteamos al final es ser lo más objetivos posibles en todos los procesos y cómo hacemos desde People and Culture las cosas... En las diferentes posiciones no hay distinción entre hombre y mujer”.
María Obispo subrayó aquí la importancia de que los trabajadores puedan hallarse en un clima de confianza. "Hablamos mucho de que puedas ser quien realmente eres también dentro de tu espacio de trabajo entonces, que puedas hablar de la paternidad y la maternidad tranquilamente, que puedas ser como tú eres de verdad. Integrar muy bien tu vida personal y tu vida profesional", conclía.
La conversación dejó claro que la igualdad no depende solo de las leyes ni de la voluntad individual, sino del entramado conjunto de instituciones, cultura y empresa. “Todos somos agentes del cambio”, recordó Marisu Moreno al cerrar la mesa. “Y ese cambio empieza en cómo concebimos el trabajo y a quién ponemos en el centro”.
Hoy, las tres directivas representan una nueva generación de liderazgo femenino que entiende que el futuro no se construye desde la jerarquía, sino desde la empatía y la corresponsabilidad. Como dijo Leticia Cascales, “cuando las mujeres se saben capaces, cambian el mundo. Y cuando las empresas lo creen de verdad, lo aceleran”.