Esta semana el partido CDU de Merkel, los socialdemócratas del SPD y los Verdes, han llegado a un pacto para elevar el IVA a los productos cárnicos desde el actual 7% que corresponde a los productos de primera necesidad, hasta el 19% una iniciativa propuesta por la Federación de Protectoras de Animales, así lo explican en el diario ABC.

El consenso político al respecto es tal que todos los grandes partidos están de acuerdo en elevar los impuestos sobre el consumo de carne en esta misma legislatura para desincentivarlo. Esto se debe a que cada vez son más personas las que se unen a la lucha de la protección de animales, contra el cambio climático y la moda alimenticia.

El presidente de la FPA, Thomas Schröder, explica que “en paralelo a los impuestos que castigan las emisiones de CO2, necesitamos impuestos que encarezcan el consumo de carne, huevos y productos lácteos, solo así se cumplirán los objetivos del gobierno, la reducción del 34% de emisiones en el sector agrario hasta 2030”. Además, el portavoz de la CDU, Albert Stegemann, ha añadido que “esos ingresos adicionales pueden ser utilizados por el Estado para bonos de bienestar animal y para apoyar la reconversión del sector. Los productores de carne y sus consumidores deben hacer su contribución la ganadería sostenible”.

De esta manera, su homólogo en el SPD, Rainer Spiering, “no hay justificación alguna para que la avena esté sometida a un impuesto del 19% y la carne del 7%», defiende el verde Friedrich Ostendorff, que calcula que el coste para el sector será de unos 3.000 a 5.000 millones de euros al año y que, «por lo tanto, es asumible”.

Ante esta iniciativa solo se han opuesto el Partido Liberal (FDP) y antieuropeo AfD, que proponen etiquetas de bienestar animal. Asimismo, la experta agrícola del gobierno federal, Katrin Wenz, advierte que subir los precios de la carne no cambiará el comportamiento de los ciudadanos de manera decisiva, “si un escalope cuesta un euro, subiría solo a 1,20 € y sigue siendo muy barato, no es suficiente como instrumento para reducir el consumo, sería más acertado rebajar los precios de los productos bio”.

Por otro lado, en el barrio burgués de Wilmersdorf, la carnicería de Büngen compra la totalidad de su mercancía a granjeros tradicionales a los que conoce personalmente. “Lo que yo aconsejo es reducir el consumo de carne a una o dos veces por semana, como era tradicionalmente la alimentación en Alemania hasta mitad del siglo XX, y estar dispuesto a pagar más por esa carne, de manera que se pueda tener en cuenta de dónde viene y cómo fueron criados y sacrificados esos animales”, explica.

El consumo de carne registrado en 2017 en Alemania cayó al nivel más bajo registrado a lo largo de los últimos 20 años

Asimismo, según el Instituto Federal de Agricultura y Alimentación (BLE), cada ciudadano consume una media de 59,7 kilos de carne al año, lo que conlleva 800 gramos menos que en 2018. Pero, aun así, la producción sigue aumentando, esto se debe a la exportación. Ya que los alemanes solo consumen pechuga y muslo, mientras que el ala y las carcasas son refrigerados en contenedores para ser exportados a países africanos en los que se venden por precios incluso por debajo de la producción local.

La crisis climática 

La ONU pide comer menos carne contra la crisis climática, esto se debe a la meta del Acuerdo de París, que pretende mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados. Esto no se podrá lograr si no se cambian los usos globales del suelo, para ello hay que llevar a cabo nuevos hábitos en el consumo de alimentos, como reducir en gran medida el consumo de carne que será la base para las futuras negociaciones sobre la crisis climática. 

Asimismo, el documentado aprobado después de cinco días de reuniones se ha destacado que una mejor gestión del suelo puede contribuir a frenar el cambio climático, aunque no es la única solución. El segundo informe realizado de los 3 que se han encargado al IPCC tras la firma del Acuerdo de París para facilitar su cumplimiento. Estas futuras negociaciones entre Estados firmantes influirán en las que se produzcan durante la cumbre climática anual que se celebra en diciembre en Santiago de Chile. 

Se derrocha entre un 25 y un 30% de la comida que se produce en el planeta

En el análisis se hacen recomendaciones a los gobiernos para que lleven a cabo políticas con el fin de cambiar el uso forestal y agrícola del suelo, ya que hay que tener en cuenta que los bosques adsorben casi un tercio de las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Para ello se han introducido "políticas que reduzcan el despilfarro de comida e influyan en la elección de determinadas opciones alimentarias", con el objetivo de reducir las dietas carnívoras y la población obesa o con sobrepeso, próxima a los 2.000 millones de personas. Además, se propone retomar prácticas agrícolas, ganaderas y silvícolas de las poblaciones indígenas tradicionales.