Por su interés informativo, ELPLURAL.COM reproduce íntegramente algunos de los pasajes más controvertidos del libro escrito por Enrique de Diego:

Aguirre manda en Intereconomía…
“La quimera ha consistido en que Intereconomía no ha sido una empresa periodística, un contrapoder, sino un chiringuito político, aparataje de propaganda (…) quien ha dado las órdenes en Intereconomía ha sido Esperanza Aguirre o ella a través de Juan José Güemes, en largas etapas. El autócrata Ariza ha sido el lacayo de Esperanza”.

… y es la jefa de los conspiranoicos
“Losantos no es nada ni nadie sin Esperanza Aguirre, no es otra cosa que un mantenido y subvencionado por Esperanza Aguirre, que es la que ha alimentado en todo momento esa grosera mentira sobre el 11-M con la que Pedro J y Losantos han ofendido a las víctimas y han vilipendiado a los héroes durante siete años. La conspiranoica por excelencia, la jefa de los conspiranoicos es Esperanza Aguirre. Porque la conspiranoia siempre ha sido una mentira política. Y Julio Ariza es tan lacayo de Esperanza Aguirre como Losantos, el torpe linchador, así que deduje que la cosa estaba fea”.

Carlos Dávila, director de La Galleta
“La Gaceta es el gran error de la megalomanía política de Ariza, a cuyo frente pondría a uno de los periodistas más romo, sectario y de peor estilo del panorama mediático, Carlos Dávila (…) La Gaceta, que internamente fue bautizada como La Galleta, por su sonoro fracaso, y que Dávila convirtió en una instrumento para su exclusivo medro personal, de exuberante manifestación de fibias y fobias, de defensa a ultranza de todos los corruptos del Partido Popular y de adulación patética a los dirigentes de dicha formación política. Una exhibición constante de periodismo mediocre y de partido”.

El fichaje de Ansón por Intereconomía
“Ariza había fichado un nombre, una vaca sagrada, un dinosaurio con animal de compañía para una misión imposible; Anson había conseguido su ostentoso despacho. ¡Qué digo despacho! Toda una planta, que incluía el gigantesco despacho, con su holgada secretaría y su espaciosa sala de espera; un diáfano comedor, donde cada día se servían suculentos manjares, una inmensa sala de juntas, presidida por una mesa de roble, y un enorme servicio decorado con cuadros de firma. Lujo y oropel, en un Grupo en el que el espacio siempre ha sido escaso. Durante unos pocos meses el Grupo Intereconomía fue, físicamente, Luis María Anson y el resto, apiñados, como piojos en costura. “Nos tienen como en un taller de chinos”, se comentaba en las redacciones, mientras se miraba, con resentimiento y malquerencia, de soslayo hacia las amplias estancias palaciegas del vetusto Luis María”.

A Rouco no le gusta Intereconomía
“El cardenal, Antonio María Rouco, todopoderoso en la jerarquía católica actual, en la que la mayoría de los obispos le deben a él el puesto. Rouco no se priva de hablar mal de Ariza en público y de poner en duda la condición católica de Intereconomía. Tras la Jornada Mundial de la Juventud, ofreció un almuerzo a los que habían participado en la organización en puestos directivos. El almuerzo derivó en una francachela de comentarios críticos hacia Intereconomía mientras Rouco callaba. Uno de los invitados,  un militar de la base de Cuatro Vientos,  se puso a defender al Grupo y a defender que sí era católico y defendía valores. Rouco golpeó la mesa con los cubiertos y le contradijo por completo, mientras el militar escuchaba sobrecogido”.

La decadencia y Losantos
“Losantos hace el periodismo que haría el niño acomplejado y perverso si le dejaran un micrófono durante el recreo, con tal cantidad de motes y epítetos, que su visión de la realidad parece la de un cómic. Como suele decir un buen amigo, el problema no es que alguien se crea Napoleón, sino que los demás le sigan el juego y se lo crean, a su vez. Y lo relevante en Losantos es el protagonismo alcanzado durante unos años en la vida pública española, lo cual no muestra más que la degeneración de las mentes y el reblandecimiento de los espíritus. Losantos es una manifestación de decadencia”.

Mentiras de Pedro J. Ramírez
“Pedro J. Ramírez es el periodista –si puede mantenérsele el tratamiento- más mentiroso de nuestra historia reciente”.

La triunfadora Pilar de la Granja
“Pilar García de la Granja es la trepa de empresa en niveles superlativos. Tiene una ambición que desconoce sus numerosos límites. Se pretende una triunfadora y antes de cualquier intervención en radio o televisión su grito de guerra es “a triunfar”. Pero su triunfo se basa en las relaciones. Organiza, con frecuencia, cenas en su casa con políticos y directivos de empresas reguladas y si bien se mueve en los ámbitos aznaristas, se da por supuesto que está siempre bien dispuesta a traicionar a amigos y aliados para caer del lado del poder, aunque su drama actual es que el poder no la considera una triunfadora, ni mucho menos un activo, sino un molesto lastre amortizado”.

El crecepelos de Antonio Jiménez
“Antonio Jiménez es un profesional romo, que tiende a la pesadez, nada creativo y sólo superado en partidismo sectario por Carlos Dávila. Porque Antonio Jiménez pasa de la audiencia y de lo que está pendiente es de Génova (…) Jiménez brilla como anunciante de crecepelos y está dispuesto a pastorear un circo superficial (en referencia a El Gato al Agua) de tertulianos hooligans del PSOE y del PP”.

Barberá invita a Alfonso Rojo
“Alfonso Rojo es, de alguna forma, un empleado de Ariza, pues su programa La Espuela se emite por RadioInterconomía. Más alla, es un satélite del Partido Popular, de cuyas televisiones es un habitual. En las Fallas de 2012 fue uno de los vips asistentes a las fiestas valencianas por Rita Barberá a gastos pagados. El consistorio de Valencia presupuestó 50.000 euros para agasajar a ese tipo de invitados, entre los que, además de Alfonso Rojo, habitual, estaban Cristina Tárrega, Carlos Herrera, el actor Pepe Sancho, las modelos María José Suárez y Remedios Cervantes, y los humoristas César Cadaval y Arévalo. Alfonso Rojo ejemplarifica el inicio de corrupción moral servil y partidista que ha empezado a infectar la red”.