Hay quien no tiene vergüenza a la hora de disimular para qué le han contratado. En lo que los propios periodistas de TVE llaman ‘redacción paralela’ (una serie de periodistas llegados de Telemadrid e Intereconomía para poner en pantalla sin rechistar y con entusiasmo lo que ordenaran desde la PPresidencia) hay muchos casos. Pero pocos tan ejemplares como la más cualificada de ellos: Susana Burgos.

Antigua directora de informativos de Intereconomía, se ha comido con entusiasmo, y demostrando su total entrega, uno tras otro los marrones que le han ido poniendo en el camino quienes la contrataron. Su fidelidad es absoluta. Incluso, como demostró en esta noche electoral, yendo ‘mas allá del deber’ y demostrando que está apta para el puesto.

Lo hizo con este tuit, medido y neutral en una periodista que trabaja para un medio público y que, por tanto, debiera considerarse neutral. Es verdad que lo publicó en su red social personal, no lo es menos que en su perfil se presenta como periodista “ahora en @telediario_tve”.

Pero, sobre todo, y de esto se quejan sus compañeros en Torrespaña, es que ese sesgo ideológico propio, lo lleva sin titubear a sus crónicas y a sus directos. El pasado mes de julio de 2015, cuando fue elegida para ir a Grecia a informar de la crisis en aquel país, ya informamos aquí de cómo se permitió tuits en los que pedía a Tsipras que tuiteara en griego “para que no nos enteremos de las tonterías que dice”.

O ponía en el mismo saco a Podemos y al Frente Nacional de Le Pen.

Alguna vez se le ha recordado en las redes que ella trabaja en un medio público, que su sueldo también lo pagan también los votantes de Podemos o del PSOE, o, como recoge el digital Bluper, que en The New York Times se pidió a sus periodistas que no dieses opiniones personales, a lo que ella contestó con un argumento cristalino: “No trabajo en The New York Times ni me han pedido que opine o deje de opinar”. Está claro, no trabaja en el NYT. Ni, desde luego, en la BBC, ese medio en el que su admirado presidente (en funciones) quisiera convertir donde trabaja ahora entre el rechazo de la inmensa mayoría de sus compañeros. Algunos de los cuales contestan en esas mismas redes, y a los que ella responde, una vez más, exigiendo su derecho a opinar sin aceptar que pone en entredicho su trabajo en un medio público que exige una imparcialidad que ella no parece entender.