El Templo de Debod no es solo una postal madrileña. Es una lección viva de historia, un templo milenario trasladado desde el sur de Egipto como agradecimiento del Estado egipcio a España por su colaboración en la campaña internacional de rescate de monumentos ante la construcción de la presa de Asuán. Este gesto diplomático implicaba también un compromiso de conservación. Trasladado e incorporado al paisaje urbano de Madrid en 1972, el templo debía protegerse del deterioro para honrar aquel acto de confianza. Medio siglo después sigue acumulando abandono, debates inconclusos y decisiones aplazadas.

En 2020, el Pleno del Ayuntamiento aprobó por unanimidad una proposición del Grupo Municipal Socialista para convocar un concurso internacional de ideas que definiera su protección y asegurara su conservación futura. Votaron a favor todos los grupos, incluido el Partido Popular, con José Luis Martínez-Almeida como alcalde. Ese acuerdo reflejaba un consenso amplio, todos los grupos políticos éramos conscientes de que el templo, arrancado de su entorno original junto al Nilo, estaba expuesto a un clima muy distinto y a agresiones que no había sufrido en más de dos mil años de historia.

Cinco años después, ese consenso se ha roto. Donde antes había compromiso, hoy solo hay excusas. El Gobierno municipal sostiene que el templo está “en buen estado” y que cubrirlo “no es necesario ni conveniente”. Lo hace sin convocar el concurso aprobado, sin abrir procesos de participación y sin presentar una alternativa seria. En 2023 se anunciaron encuentros de expertos nacionales e internacionales para estudiar soluciones, pero nunca se llevaron a cabo. Lo único que se ejecutó fue un plan de conservación preventiva, centrado en mantenimiento básico y control ambiental, un paso razonable pero insuficiente para un bien patrimonial de esta relevancia.

Mientras tanto, los problemas persisten. Se repiten actos de vandalismo y pintadas sobre los muros exteriores del templo. La piedra se erosiona al aire libre, sometida a la contaminación, la lluvia y los cambios de temperatura. Las filtraciones de agua son constantes cuando llueve, y la lámina de agua que rodea el templo lleva años seca por una avería sin reparar. Los relieves que identificaban las piezas originales se han borrado prácticamente en su totalidad, y cada vez resulta más difícil distinguir qué procede de Egipto y qué fue sustituido con piedra de Salamanca.

Otros países que recibieron templos similares, como Estados Unidos o Italia, sí cumplieron su parte. El Templo de Dendur en Nueva York o el de Ellesyia en Turín están protegidos bajo cubiertas estables, controlados climáticamente y abiertos al estudio y la divulgación. En Madrid, en cambio, seguimos discutiendo si merece la pena actuar.

Lo más preocupante no es solo la falta de acción, sino también el cambio de relato. En 2020 el Gobierno municipal reconocía la urgencia de intervenir; en 2025 afirma que no hay problema. Esa incoherencia refleja una pérdida de liderazgo institucional. Madrid, una capital que presume de ser referente cultural, no puede mirar hacia otro lado mientras uno de sus símbolos más universales se degrada poco a poco.

El Templo de Debod representa el paso del tiempo, pero también el paso de las responsabilidades. Su pasado recuerda la generosidad de un país que confió en nosotros. Su presente muestra el desgaste de las promesas incumplidas. Y su futuro dependerá de si somos capaces de tomar decisiones valientes y compartidas. No se trata solo de cubrirlo o no, sino de definir cómo lo cuidamos, con qué medios y con qué compromiso colectivo.

En este contexto, desde el Grupo Municipal Socialista hemos vuelto a llevar el asunto a la Comisión de Cultura, Turismo y Deporte. Preguntaremos a la delegada del área qué opinión le merece el concurso de ideas para la protección del Templo de Debod que ha anunciado recientemente Madrid Foro Empresarial. Queremos saber si el Ayuntamiento piensa seguir ignorando a quienes, desde la sociedad civil y el ámbito profesional, ofrecen soluciones para garantizar su conservación, o si, por fin, está dispuesto a recuperar el consenso que existía hace unos años.

Desde el PSOE seguimos defendiendo que Debod necesita un plan de conservación integral y participativo. Que se convoque de una vez el concurso internacional de ideas aprobado en 2020. Que se publiquen los estudios e informes existentes y se rinda cuentas con transparencia y ambición. El templo no puede seguir siendo un asunto pendiente en cada mandato.

Proteger el patrimonio no es mirar al pasado; es garantizar que siga teniendo futuro. Madrid tiene la obligación de honrar el compromiso que asumió hace más de medio siglo con Egipto y con su propia ciudadanía. Si no somos capaces de cuidar un regalo así, ¿qué mensaje estamos dando sobre cómo entendemos nuestra cultura y nuestra historia?

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