“Sin ustedes, Castilla y León funciona” le ha soltado el presidente del Gobierno autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, a quien hasta hace unos meses era su principal baluarte para mantener el poder: el ahora portavoz de Vox, Juan García Gallardo, en la oposición, que le acusa a su vez de ser el principal artífice de las políticas del PSOE a nivel nacional y europeo.
No se han escatimado dardos el uno al otro los hasta hace nada cómplices de la Ley de Concordia, que este martes llegaba a las Cortes de Castilla y León totalmente desinflada después de ser una de las principales exigencias de los de ultraderecha —asumidas por la derecha— en el acuerdo de gobierno que devolvió a Mañueco a la Presidencia de la Junta a principios de 2022 y que ahora el propio Mañueco se sacude de los hombros.
Si te he visto, no me acuerdo
Lejos de responder claramente, como se cansa de pedir Gallardo en sus preguntas en los plenos desde que ya no está a la derecha del presidente, Mañueco se lanza a repetir el desapego de su exsocio con Castilla y León, achacándole que haya “salido corriendo” en cuanto las cornetas de Abascal le empujaron a abandonar el gobierno desde Madrid. “No culpe a los demás de lo que usted dejó sin hacer”, le espeta, sin responder a la pregunta, que tiene una respuesta evidente: Si te he visto, ya no me acuerdo.
La doble pinza
Pero la pregunta de Gallardo era muy clara: “¿Qué parte de la Ley de Concordia registrada en primavera no le convence en otoño?”.
A Mañueco no le interesa la claridad, así que devuelve la pelota acusando a Vox de venir en comandita con el enemigo común: el socialismo: “Es muy curiosa su pregunta, porque parte de una iniciativa conjunta firmada por PP y Vox y hoy la trae Vox de la mano del Partido Socialista. Confirma, hoy más que nunca, ese dicho que dice que la política hace extraños compañeros de cama”. Y desliza, aunque sabe que es poco probable, la duda de que los presupuestos de la comunidad para el año que viene corran ese peligro.
Ni Mazón ni Azcón: Guardiola
Mientras Mañueco responde a la retahíla de acuerdos del PP nacional con el PSOE que el ultraderechista le acaba de lanzar, Gallardo hace gestos con las manos hacia un lado y otro de su escaño, trazando una línea entre la bancada popular y la socialista. La doble pinza está servida: “Quien aprueba normativas de memoria histórica sectarias es el Partido Popular, no Vox”, insiste, “así que a otro con ese cuento”.
“Hay unas víctimas”, dice Gallardo, “que a usted siempre se le olvidan, que son las de la estafa permanente del Partido Popular, que se presenta a las elecciones con cara de partido de centro-derecha y que luego, cuando llega a los gobiernos, hace políticas de izquierdas”. Y remata: “Mire, yo creo que Castilla y León se merece un presidente que no mienta”.
Gallardo pone a Mañueco ante el espejo de Mazón, en Murcia, o Azcón, en Aragón, que ya han aprobado leyes contra la memoria democrática, y lamenta que haya preferido “seguir el ejemplo de María Guardiola, la presidenta de Extremadura; usted sabrá, y creo que lo va a pagar muy caro en las urnas”, sentencia.
“Se equivoca de adversario”
A Mañueco, sin embargo, no le preocupan lo más mínimo las comparaciones de su antiguo socio. “Se equivoca de adversario”, le dice. E insiste: “Viene usted aquí haciendo una pinza con el Partido Socialista... ¡por favor!... sus votantes lo que esperan de usted es que ataque las políticas nefastas del señor Sánchez, y no que ataque al Partido Popular, olvídese de la obsesión contra el Partido Popular”.
“Sea usted valiente. Atrévase. Anteponga los intereses de las personas de Castilla y León a los de su partido”.