El municipio de Ripoll, enclave prepirenaico a orillas del río Ter y el Freser, ha convertido sus plenos en una auténtica trinchera desde la que el Front Nacional de Catalunya, partido abiertamente nacionalista de extrema derecha, recita sus propuestas xenófobas, antiinmigración y en defensa del catalanismo radical.

Fue aquí donde Silvia Orriols, única concejala que cuenta con representación del FNC, consiguió el respaldo del 10% del electorado consiguiendo entrar plenamente en el ejercicio político de la localidad. Un municipio que se denomina a sí mismo como el bressol de Catalunya (la cuna de Cataluña), ya que fue aquí donde según defienden sus ciudadanos nació la Cataluña vieja. Condición que los ultras defienden sobremanera, incluyendo en su propio programa municipal la “reivindicación del orgullo de pueblo que se ha perdido los últimos años”.

Apropiándose de las siglas y la nomenclatura del auténtica Front Nacional de Catalunya, una organización patriótica fundada en 1940 de resistencia contra el fascismo español y europeo, Orriols no ha dejado indiferente a nadie con sus primeras actuaciones: nada más lograr el escaño, su acatamiento fue realizado "por las constituciones que regían el país el 11 de septiembre de 1714 y que siguen siendo vigentes, legales e inderogables”. Pero no se quedó ahí, prometiendo que su cargo serviría para luchar "por la reunificación y la independencia de toda la Patria Catalana poniendo fin a siglos de ocupación colonial española y francesa".

Estatutariamente​, FNC propugna la “declaración unilateral de independencia de Cataluña sin esperar el permiso de terceros”, rompiendo con el diálogo que solicita ERC y abanderando que es necesario que “se prioricen los derechos de los catalanes tanto a nivel individual como colectivo y el comportamiento obligatorio de los deberes de toda la población”.

“No estamos dispuestos a tolerar la exención de las mismas normas que nos obligan a todos a preservar una falsa paz multicultural, ni a renunciar a un solo palmo de nuestro territorio esperando pasivamente la integración”, exponen en su propia página web, rechazando la integración de diferentes sociedades y apostando por la imposición del catalanismo de los ciudadanos que decidan vivir en la región. “La disminución de los catalanes en nuestra propia tierra es fruto de una inmigración masiva, inasumible y no espontánea, programadas desde los despachos de Madrid y de París”, escribía Orriols en redes sociales.

Su racismo cumple con las premisas vertidas por todos los grupos nacionalistas de la extrema derecha europea. Mostrando vídeos de agresiones, estigmatizando a los inmigrantes y arremetiendo contra la desprotección que causan, según exponen, aquellos que vienen y no se integran en los valores tradicionales de la sociedad. Al igual que el nacionalismo español, FNC ha arremetido contra los menas: “Todos aquellos que son favorables a su acogida que los tengan en su casa en un ambiente familiar y distendido", manifestó la concejala en un pleno de Ripoll.

Libre para votar pero no para decidir”

En un comunicado público emitido por la propia organización, el Front Nacional de Cataluña concedía a sus militantes la libertad de votar en las elecciones generales del 10-N, pero informaban de que únicamente se podía “optar por voto nulo, blanco o abstención”: “El FNC no participa en las elecciones españolas porque son elecciones extranjeras. Además, son unas votaciones fraudulentas y sin las mínimas garantías democráticas. Por lo tanto, no queremos legitimar al Estado español en su farsa”.